La autoestima es un concepto del que se ha hablado mucho en los últimos años. Se han popularizado métodos, consejos y técnicas que prometen reforzarla, aunque muchas veces se han enfocado de manera equivocada. La cuestión de fondo no está en repetir frases positivas ni en aplicar soluciones rápidas, sino en revisar cómo nos vemos y cómo nos tratamos para aprender a querernos de forma más sana.

En su libro Kit de emergencia, el psicólogo Javier García Ruiz propone un cambio de mirada y ofrece claves para reconstruir la autoestima desde sus bases. Este experto lleva más de una década dedicado a la terapia. Está especializado en el abordaje de la autoestima y la ansiedad, ámbitos en los que ha trabajado con numerosos pacientes.

Es fundador del centro Psicólogo Sevillano y, además, desarrolla una labor de divulgación cada vez más reconocida en redes sociales, donde su cuenta de Instagram, @psicologo.sevillano, reúne a más de 300.000 seguidores. Su interés por este campo nace de su propia experiencia: los problemas de autoestima en su juventud, unidos a una fuerte vocación por la psicología, lo impulsaron a formarse de manera profunda y a acompañar con éxito a cientos de personas en sus procesos de mejora personal.

La autoestima en la salud mental según Javier García Ruiz

En el libro pones varios ejemplos de problemas de autoestima que tuvieron lugar en la infancia: ¿crees que esto ocurre porque no se presta demasiada atención a la salud mental o bien consideras que esos problemas de autoestima son algo que todos debemos pasar para poder encontrar nuestro lugar en el mundo?

Creo que, hasta la fecha, es algo que ha sido sencillamente inevitable, ni siquiera con la mejor de las intenciones. Hasta hace relativamente poco la salud mental y la psicología han sido invisibles o estigmatizadas, por lo que quienes nos han criado, así como el entorno que nos rodeaba en la infancia, contribuyeron a que nuestra autoestima se construyera erróneamente en la mayoría de los casos.

En los últimos años sí se puede encontrar a padres, educadores, etc., que tienen ciertos conocimientos y pueden tener en cuenta cómo sus acciones y palabras afectan a la formación de la autoestima de los niños, así como fomentar de manera activa la construcción de una autoestima sana. Pero aún nos queda camino por recorrer. Por lo tanto, no es un peaje necesario para llegar a un lugar deseable, es un precio que, sencillamente, no nos ha quedado más remedio que pagar a la mayoría. Aun así, creo firmemente que podemos conseguir cambiar esto y que las futuras generaciones puedan crecer con una autoestima sana, fuerte y realista desde el principio. 

¿Por qué decidiste escribir este libro de autoestima y por qué no otra temática dentro de tu campo de trabajo?

Porque creo que, a pesar de ser un aspecto muy importante de todo ser humano y que tiene un gran peso -para bien o para mal- en la vida de las personas, sigue siendo una temática muy infravalorada. Por desgracia, hay mucho desconocimiento y mucha información incorrecta asentada en la «sabiduría popular», por lo que la mayoría de la gente no sabe detectar los problemas de autoestima, tiene poca convicción de que se pueda cambiar y pocas herramientas para hacer algo al respecto. 

Además, es mi tema favorito a tratar en consulta, porque además de ser un camino muy bonito de recorrer, es maravilloso ver el cambio tan grande que genera en las personas. Trabajando la autoestima me siento como si fuera un médico cuyo único trabajo es decirle que están sanas a personas que llevan toda la vida creyendo estar enfermas. Me hace muy feliz. 

¿Consideras que es un tema por el que recibes muchas consultas o bien es residual en comparación con otros problemas de salud mental?

Es residual a nivel de demanda explícita, pero muy habitual a nivel práctico. Es decir, pocas personas contactan con nosotros porque consideran que tienen un problema de autoestima, pero luego se detectan estos problemas en muchos de ellos, que, o bien agravan su situación, o bien son la causa principal de su sufrimiento psicológico. 

Con el paso de los años de práctica clínica he podido comprobar que muchas personas con diferentes sintomatologías -ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones, etc.-, no terminan de mejorar o no mejoran apenas hasta que no se trabaja directamente su autoestima. Y en los casos en los que me atascaba en mis primeros años de práctica -donde aún no tenía tantos conocimientos sobre autoestima y no la trataba tanto- ahora consiguen un mayor éxito terapéutico, e incluso en un menor número de sesiones totales. 

Errores, ego y autoestima

¿Cuál crees que es el mayor error que cometemos las personas y que condiciona nuestra autoestima?

Si tengo que elegir sólo uno, diría que confiar en ella; asumir que es cierta y correcta, pase lo que pase. Al igual que pasa a menudo con otras creencias centrales -como la ideología política, la religión, el equipo deportivo con el que nos identificamos, etc.-, una vez que se termina de construir se «solidifica», y es muy difícil que cambiemos estas creencias sin realmente trabajar en ello. Por mucho que la vida nos dé argumentos o motivos para ello. 

Pero no es un error del que podamos culpar a nadie ya que está causado por mecanismos cerebrales de todo ser humano, junto con tantos otros que arrastramos desde hace miles de años y que ya no nos son tan útiles. Por suerte, se puede trabajar en ello y aprender a contrarrestarlo. 

¿Existe la posibilidad de tener un ego descomunal, pero una baja autoestima?

Por supuesto. De hecho, no se puede tener un ego descomunal y una buena autoestima, ya que este ego es un síntoma de una autoestima baja o frágil; una sobrecompensación de su verdadera inseguridad. Detrás de todo gran ego hay un profundo miedo a no ser suficiente, por eso le suele mover la absoluta necesidad de convencer, y convencerse, de que es muy valioso. Ese ego es insaciable porque es frágil, y si no se le alimenta constantemente o si no se rechaza toda crítica o fallo, colapsa.

Si una persona tiene realmente una autoestima sana y fuerte no necesita que los demás la validen o la admiren para sentirse bien. No necesita demostrar nada a nadie y no le afecta mucho una crítica o un error. Una autoestima sana y fuerte es mucho más silenciosa y humilde, porque no necesita nada más. Un poco como ese millonario que viste con vaqueros y camiseta porque no necesita mostrar constantemente cuánto dinero tiene.  

En qué nos puede ayudar el 'kit de emergencia' a nuestra autoestima

En el libro, en cada apartado, pones una serie de tareas y además pones ejemplos tanto de tu vida como de otros pacientes: en todo este tiempo abordando esta problemática de la autoestima, ¿hay alguna cosa en la que hayas cambiado de parecer con respecto a la autoestima tras haber tratado a varios pacientes?

Creo que en estos diez años, más que cambiar de parecer lo que he hecho ha sido no dejar de aprender. Incluso en la carrera universitaria y en el máster, la formación en autoestima es mínima; casi todo lo he tenido que aprender por mi cuenta leyendo mucha literatura científica. Por lo tanto, lo que ha ocurrido es que con muchos pacientes he aprendido cosas nuevas, descubierto patrones o encontrado nuevas dificultades que requerían ampliar el «kit de herramientas» para solventarlas. 

Quizás en lo que sí haya cambiado de parecer es que me han hecho ver que los problemas de autoestima son mucho más frecuentes y más importantes de lo que creía; que no hacen falta vivencias traumáticas para desarrollarlos y que pueden estar muy presentes en personas admirables o «de éxito», cuyo entorno jamás pensaría que pueda tener una opinión de sí misma tan negativa y errónea. 

¿Cuál crees que es el secreto para conseguir una mejora en la autoestima?

Conocimiento y trabajo. No queda otra. No hay tips, consejitos, truquitos… nada. Es un aspecto muy complejo del ser humano y no se puede simplificar en una frase. Y quizás ese es uno de los grandes problemas que tenemos con la autoestima en la actualidad; se ha pretendido tratar como si fuese un asunto de revista de moda y, por supuesto, al no funcionarle a nadie, se ha acabado creyendo que no se puede hacer nada al respecto.  

El mejor ejemplo que se me ocurre es el de la nutrición. Se pueden intentar «dietas milagrosas», pastillas, y un sinfín de atajos. Pero al final lo único que funciona es aprender sobre nutrición, sobre lo que te funciona a ti en concreto, y poco a poco ir cambiando hábitos hasta generar un cambio que sea sostenible en el tiempo. Lo bueno de la autoestima es que, a diferencia de lo que ocurre en la nutrición, una vez que consigues los resultados que buscabas, permanecen de por vida.  

El impacto del body positive en la autoestima

¿Qué opinas del 'body positive' y en qué crees que puede beneficiar a la autoestima?

De este tema hablo en profundidad en el capítulo 11, pero resumiendo: aunque esta corriente nace con una  intención valiosa, muchas veces cae en una positividad exagerada y superficial, donde se anima a las personas a amar incondicionalmente su cuerpo de forma inmediata. El problema es que esto ignora causas más profundas que sostienen una mala imagen corporal, y decirle a alguien que simplemente tiene que «amar sus defectos» y que tiene que pensar que son bellas aquellas partes de su cuerpo que lleva toda la vida despreciando puede generar  frustración, dificultando un cambio profundo y auténtico en su autoestima.

Por ello, creo que el body neutrality es una mejor alternativa; desde esta perspectiva, no se te obliga a amar cada centímetro de tu piel ni a celebrar aquellos aspectos que quizá no te gusten. En su lugar, se te invita a quitar el foco en tu apariencia y dirigirlo hacia la funcionalidad, hacia todo lo que tu cuerpo te permite realizar y disfrutar cada día. El objetivo no es enamorarte de tus supuestos «defectos», sino aprender a dejar de prestarles tanta atención y aprender a amarte de una forma profunda «a pesar de ellos», de la misma manera en que puedes estar muy enamorado de alguien que, como todos, también tiene sus defectos y sus aspectos negativos.

Otros aspectos de la autoestima que puedes encontrar en el libro

En el libro hablas de la diferencia entre desear y querer: ¿en qué puede ayudar estos conceptos a la autoestima?

Desear algo implica imaginarlo, sentir una ilusión placentera con la posibilidad de obtenerlo, pero sin que exista necesariamente una disposición real o concreta para lograrlo. Por ejemplo: «Ojalá tuviera una casa enorme en el campo». 

Querer algo, por su parte, implica un compromiso real con el hecho de conseguirlo. Cuando decimos «quiero esto», estamos manifestando la voluntad de actuar, de enfrentarnos a los desafíos y realizar los esfuerzos necesarios para hacerlo realidad. Por ejemplo: «Quiero aprender inglés». Querer algo de verdad implica acción, decisión y, casi siempre, sacrificio.

El problema está en que esta sociedad nos incita a desear cada vez más y más cosas, y si no entendemos bien la diferencia, podemos acabar frustrados, culpándonos o rechazándonos porque a menudo «no conseguimos lo que queremos». Si no entendemos que en realidad no es algo que queremos, sino que es únicamente un deseo, algo que no estamos realmente dispuestos a conseguir -y por lo tanto no estamos fracasando ni somos menos valiosos por ello-, acabaremos percibiéndonos de manera mucho más negativa.

¿Consideras que hay una diferencia de problemas de autoestima entre mujeres y hombres?

Sí, desde luego. Además de verlo claramente en consulta, la investigación muestra que, en promedio, los hombres tienden a puntuar más alto que las mujeres en medidas globales de autoestima. Esta diferencia -que no es enorme pero sí consistente-, se acentúa aún más en la adolescencia, ya que las mujeres experimentan mayor presión relacionada con la imagen corporal y los estándares socioculturales de belleza, lo que puede impactar negativamente en su autoconcepto. Un dato curioso es que los hombres suelen vincular más su autoestima al rendimiento y la competencia, mientras que en las mujeres pesa más la apariencia física y las relaciones interpersonales.

Aunque no se puede descartar que existan factores biológicos indirectos que influyan en este fenómeno -como estrógenos y testosterona-, los estudios sugieren que la mayor parte de la diferencia entre hombres y mujeres en autoestima es sociocultural. Mientras sigamos viviendo en una sociedad que trata de forma distinta y espera cosas distintas de hombres y de mujeres, seguirá habiendo diferencias de problemas de autoestima entre ambos.