Hay quien cree que los derechos, cuando se consiguen, ya permanecen para siempre. Pero no es así. Los derechos y las libertades hay que defenderlas cada día para que se mantengan y no se pierdan, máxime en unos momentos en que la derecha más extrema de nuestro país representada por Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, están dispuestos siempre a recortarlos para devolvernos a la época más negra de la historia de España.

El 22 de diciembre de 2004 el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad y de forma definitiva la Ley integral contra la violencia de género. Fue el primer proyecto remitido por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a las Cortes. Y cabe preguntarse si hoy esta ley habría salido adelante. La respuesta es que si dependiera del PP y Vox no se aprobaría, porque desde la derecha más ultra retumban a diario los discursos que niegan la existencia de violencia específica hacia la mujer.

Un gobierno con un presidente socialista valiente aprobó una Ley que incrementaba la protección y la ayuda a las víctimas, que prevenía los malos tratos y que castigaba con más dureza a los agresores. Una Ley que marcó un hito y convirtió a España en un referente mundial en la conquista de la igualdad y en la lucha contra la violencia de género. Yo estaba allí, en el Congreso, votando esta ley histórica y recuerdo perfectamente las palabras del entonces Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, cuando ofreció esta ley como homenaje a las cientos de víctimas mortales de la violencia de género, a sus familias, a las organizaciones de mujeres y a toda la sociedad.

Esta es la realidad en la que vivimos. Ante los asesinatos machistas, o se está en contra o no se está. No hay un camino intermedio. No existen ambigüedades. Hace casi 20 años que todas las fuerzas políticas asumieron la responsabilidad de luchar contra la violencia machista desde todas y cada una de las administraciones. Hoy ese gran pacto de Estado que ha salvado muchas vidas se tambalea porque prima más la ambición de algunos de ocupar un sillón a cualquier precio.

De hecho, cuando por desgracia el fascismo aflora y por el camino se encuentra con palmeros que lo blanquean, la sociedad retrocede. Y no lo digo yo, es que los acuerdos de gobierno de ambos partidos han eliminado concejalías de igualdad en numerosos ayuntamientos y han suprimido las Consejerías de Igualdad en comunidades autónomas sustituyéndolas por Consejerías de Familia.

Una de cada tres grandes ciudades en las que el PP gobierna con Vox de más de 40.000 habitantes, esta unión de las derechas más extremas ha eliminado la concejalía de igualdad o la ha unido a fiestas y festejos populares. Y me pregunto, una mujer de Huelva, de Valladolid, de Burgos o de Toledo que se encuentre en riesgo, que está sufriendo violencia machista, ¿cómo va a acudir a su administración más cercana a pedir ayuda si su ayuntamiento no la cree? ¿Cómo va a pedir auxilio si su alcalde o alcaldesa gobierna con un partido que no acude a un minuto de silencio por un asesinato de terrorismo machista?

Sr. Feijóo, cómo explica que su partido junto con Vox prohíban las manifestaciones contra la violencia machista, como en Náquera, un municipio de 7.000 habitantes de Valencia. El gobierno ultra entre PP y Vox pretende acabar con las concentraciones contra la lacra que desde la extrema derecha niega. ¡Esto es una aberración! Hasta el portavoz de Justicia, Igualdad y Estado de Derecho de la Comisión Europea, Christian Wigand, a una pregunta sobre la cuestión, respondió tajante, sin salir de su asombro: “Las manifestaciones pacíficas son un derecho fundamental en todos los países democráticos”.

En los actos de PP y Vox contra la amnistía pudimos ver cómo se portaban muñecas hinchables a las que pretendían comparar con las ministras del Gobierno de España. Esa nefasta imagen es la que le trasladamos a nuestros hijos e hijas, a las generaciones futuras. Sr. Feijóo no hemos visto al PP recriminando este tipo de actitudes porque si rompe con el machismo tiene que romper con Vox. Por cierto, hace unos días un senador del PP llamó “groupies” del presidente a las cuatro vicepresidentas del gobierno. Un machismo sin tapujos. También hemos visto la enorme preocupación de algunos jueces con la amnistía, es una pena que no hayan tenido la misma preocupación ante la violencia machista, a pesar de que cada seis días como media, una mujer ha sido asesinada en este 2023.

El PP ha cedido también a las exigencias de Vox y ha aceptado en Baleares sin rechistar cuatro asuntos que destilan de lleno la ideología más ultra para sacar adelante sus presupuestos, entre ellos barrer de un plumazo las ayudas a las mujeres maltratadas, por si quedaba alguna duda del menosprecio que sienten tanto PP y Vox hacia las mujeres.

El machismo de Vox está entrando a través de redes sociales y el PP le está abriendo las puertas de las administraciones para instaurar su modelo de país gris. Eliminan extraescolares de fútbol femenino, talleres de igualdad o suprimen la educación sexual a cambio de un pin parental.

Y todo ello, en un año donde las cifras de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o sus exparejas en este 2023 son horribles. Son 55 mujeres, una cifra escalofriante. Se trata del peor dato desde 2019. Además, 42 de ellas no había denunciado previamente a sus asesinos.

¿Por qué en el último año los datos están yendo a peor? Sin hacer demagogia, hay una realidad incuestionable: A una mujer denunciar no le resulta nada fácil. Constituye un paso importante y complejo y más aún, si en el municipio donde vive ha desparecido la concejalía de igualdad y en su comunidad también la han eliminado. ¿Esto da seguridad a la mujer o aumenta sus miedos? Los discursos que se difunden en redes sociales, pero también desde algunas instituciones donde se resta importancia a la agresiones contra las mujeres ¿Dan seguridad a la mujer o aumenta sus miedos? Las argumentos donde se frivoliza y ridiculiza el feminismo ¿Dan seguridad a la mujer o aumenta sus miedos?

El PP desde el primer día blanqueó a la ultraderecha. Están dispuestos a todo a cambio de sillones, incluso a considerar de segunda a las mujeres ¡No podemos permitir políticos que miren para otro lado en un año terrible de asesinatos machistas! ¡España no merece unas derechas para las que el único futuro pase por volver 50 años atrás!

El terrorismo machista se combate entre todas y todos. El principal partido de la oposición no debe mirar hacia otro lado y alguien con sentido común dentro del PP debería pedirle a Feijóo que no utilice la violencia de género como moneda de cambio por sillones y poder. La violencia de género es una cuestión de Estado y hay quien no está a la altura de ello.