Al presidente de Vox, Santiago Abascal, le ha funcionado muy bien su estrategia para Andalucía. Digámoslo claro. Los doce escaños conseguidos contra todo pronóstico han convertido a esta derecha xenófoba en un punto de referencia. El debate se centra ahora en incorporar o no a Vox a una mayoría parlamentaria de derechas, o mandarlo a galeras.

Sin olvidar que la imprevista fortaleza de la extrema derecha en Andalucía pueda actuar a modo de anticipo en las sucesivas elecciones que se avecinan. El acto electoral de Vox en el Palacio de Vistalegre de Madrid, hace tan solo dos meses, reunió a diez mil personas, y los doce escaños autonómicos conseguidos el domingo confirman que su discurso racista y antifeminista ha calado en un sector del electorado de la derecha.

El 29,5% de los votos alcanzados por Santiago Abascal en la población almeriense de El Ejido, con un alto desarrollo agrícola en el que participa masivamente la inmigración, es un indicador a tener muy en cuenta. El programa electoral de Vox defiende que los inmigrantes ilegales no tengan sanidad gratuita en ninguna parte de España: una conquista socialista recuperada hace unos meses gracias a la iniciativa del Gobierno de Pedro Sánchez.

Y si las tensiones entre Cataluña y el resto del Estado se abordaran desde la delirante perspectiva de VOX - autoproclamado “defensor de España”- no sólo desaparecería de la noche a la mañana el Estado de las Autonomías, sino que se ilegalizaría cualquier partido que persiga la destrucción de la unidad territorial. Por ejemplo, el PNV, Esquerra Republicana y la antigua Convergència Democràtica.

Por cierto, Abascal fue diputado en el Parlamento de Vitoria desde 2004 hasta 2009; concejal en LLodio entre 1999 y 2007; Esperanza Aguirre lo nombró director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid y, más tarde, director de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, que contaba con un trabajador, aparte del propio Abascal.

Así, el mapa electoral surgido en Andalucía parece desolador. Y ninguna de las salidas que se abren resulta convincente. Si la opción más sensata sería que Ciudadanos llegara a un acuerdo con el PSOE, con la abstención de Ahora Andalucía, PP y Vox en la oposición fraguarían una tenebrosa derecha extremista, aunque Pablo Casado, presidente del PP, comentara en campaña que VOX era un partido poco radical.

José Manuel Moreno Bonilla ya se ha postulado como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, y el hecho de que el PSOE haya ganado las elecciones no conduce a casi nada. La titubeante reacción socialista en la calle Ferraz apunta a una entrada sin remilgos en los pactos que se articulen sin contar con un futuro protagonista para Susana Díaz. Política que llegó a tener granes expectativas, pero que después de haber sido derrotada por Pedro Sánchez para la secretaría general del PSOE, puede acabar renunciando porque ha conseguido la mayoría de votos, sí, pero poco más.

Faltaría saber si Ciudadanos, que tanto ha buscado integrarse en el paisaje de la derecha civilizada, es capaz de mantener el tipo y evitar tal coalición. Es la hora de la verdad. Caretas fuera.