España ha demostrado no tener ninguna sensibilidad hacia los refugiados, con la excepción de los venezolanos a los que se recibe con los brazos abiertos y se les da todo tipo de facilidades.

Nadie censura que los ciudadanos de dicho país se quieran ir a otros lugares más seguros para sus vidas y  su dinero. Lo escandaloso de este tema es que muchos venezolanos están llegando a España a través del aeropuerto de Barajas, piden asilo y refugio y se lo conceden.

La mayoría de ellos huyen de la inseguridad, de la crisis económica buscando una vida más estable pero solo una minoría tiene razones políticas para huir o así lo consideran expertos de la administración española  que conocen los expedientes. Nadie duda que algunos de ellos sean perseguidos por el régimen del Presidente Maduro que en el interior de su país tiene unos 70 presos políticos, nada que ver con las cárceles sanguinarias de Basher El Assad.

Los venezolanos que llegan a nuestro país no son refugiados políticos todos los que piden asilo, ni mucho menos.

A estos hechos tendríamos que añadir, sólo como dato informativo que los venezolanos que huyen del país suelen colocar sus fortunas en Miami y España y concretamente en Madrid es conocida su afición por comprar inmuebles de lujo en el barrio de Salamanca, llegando incluso a la adquisición y rehabilitación de edificios singulares.

A excepción del clan venezolano Capriles que ha adquirido varios edificios, no se hacen públicos los nombres de los compradores. Son absolutamente celosos de su intimidad y no les interesa que estas operaciones puedan ser conocidas en su país de origen. El ingeniero Ignacio Ortiz citaba recientemente edificios como Velázquez 87, con un precio de ocho mil euros por metro cuadrado o el edificio de Lagasca 19. Dicho proyecto ocupa las dos últimas plantas del Edificio José Peña Chavarri, albergando un total de cuatro viviendas de las cuales dos son lofts. Su fachada es considerada como una de las más bellas de Madrid de estilo modernista. Los precios oscilan entre los 1,4 y 2 millones de euros. Podríamos seguir relatando pero no los quiero aburrir.

Un total de 2.905 personas solicitaron asilo en España durante el primer trimestre de 2016, de los que 795 fueron ucranianos, 405 venezolanos y 325 sirios, afirmaba el periódico conservador La Razón. Pero la cifra de los venezolanos ha aumentado considerable hasta llegar a los mil quinientos en junio, según cifras del Ministerio del Interior facilitadas por ACNUR.

Mientras tanto los refugiados sirios quedan relegados. El gobierno no ha cumplido sus anuncios de traslados de los últimos meses. Tanto el ministro del Interior como la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría  anunciaron la llegada de 586 refugiados antes de que acabara el mes de junio y 1000 antes del final de verano, pero sólo han llegado en total 465.

Según los acuerdos de la UE, España debería recibir 15888 personas hasta septiembre de 2017 y sólo ha traído a un 2,92 por ciento. A este ritmo se tardaría 43 años en reubicar a todos los comprometidos.  CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) afirma que  no se espera a ningún sirio en el mes de agosto.

¿Dónde están el resto?

Pues tirados en tiendas de campaña en Atenas o en lo que antes del acuerdo con Turquía eran campos de acogida de refugiados y ahora son centros de detención en donde no pueden entrar ni ong´s ni ningún tipo de ayuda humanitaria. Así están las cosas.

Mientras tanto, Naciones Unidas calcula que en las cárceles sirias, especialmente en las del dictador Basher el Assad pero también en las del Estado islámico han muerto más de 60 mil personas y cien mil están desaparecidas, después de sufrir sofisticadas torturas.

Por lo tanto, el Gobierno ha decidido dar prioridad a los amigos venezolanos y los sirios requetebombardeados ya llegarán. Sin prisas. Y  no hablemos de los procedentes de  Somalia u otros países africanos. Esos están a la cola.