Europa está enferma. El mundo ha cambiado y, seguramente, no volveremos a las dictaduras al uso, como la franquista o las latinoamericanas de los 70. Pero son ellos, sin duda. Son otra vez ellos. Y lo que esté a su alcance lo van a hacer. Si ganan, perderemos libertades y derechos que han costado esfuerzo y sangre.

Quien haya vivido aquellos años, quien se haya informado o, incluso, quien haya visto la película de Costa-Gravas, Desaparecido (Missing), con Jack Lemmon y Sissy Spacek, sabe de qué estamos hablando. Esta película se estrenó en 1982, un año de cambio definitivo en nuestro país y punto de partido de un nuevo tiempo en Iberoamérica. Después de décadas, volvía a gobernar la izquierda y se enterraba, creíamos que para siempre, cualquier vestigio de fascismo

Empezó el efecto dominó que iría haciendo caer, una a una, las dictaduras latinoamericanas. Nadie podía presagiar que todo un presidente del Gobierno, como José María Aznar, años después, fuera a ayudar a que el dictador Pinochet no fuese extraditado a España. O que, casi 40 años más tarde, la resurrección de la ultraderecha en Europa, y acaso en España, en pudiera gobernar en más de un país de la Unión Europea. A eso nos exponemos el domingo 28 de abril.

Si ganaran, podrían llevarnos al abismo, obviamente sin desaparecidos ni campos de concentración. Pero conviene no perder la memoria. Sin duda, si pudieran hacer un guiño a aquellas dictaduras, no perderían la oportunidad. Es muy preocupante que partidos como PP y Ciudadanos no pongan un cordón sanitario a la ultraderecha. Si no lo ponen, se convierten ellos también en ultraderecha. Hace pocos días, Alejandro Fernández, presidente del PP de Cataluña, escribió: “Empezaron a cantar ‘no pasarán’. Y vaya si pasamos. Y volveremos a pasar”, autoincluyéndose entre los franquistas.

Vox no es “ultraconservador”, como decía Albert Rivera en su entrevista en el diario El Mundo. Vox es la ultraderecha. La ultraderecha que está enfermando Europa. A la que se le pone un cordón sanitario en Suecia, pero no en Italia ni en Dinamarca. La ultraderecha que crece en Finlandia y en la República Checa, en la que ha recibido el apoyo ultra del holandés Geert Wilders y de la francesa Marine Le Pen.

Se trata de una emergencia nacional, de la que muchos no parecen ser conscientes. Una de las pocas verdades que ha dicho Pablo Casado esta semana es que “nos jugamos España”. Solo que él ha optado por el lado de los que eligen perderla. Y por si había alguna duda, hace unos días, Rocío Monasterio, líder de Vox en Madrid, escribía “seguimos esperando a que entreguéis a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado la documentación de 52.000 ilegales con tarjeta sanitaria en Andalucía, según lo acordado”. También en Andalucía se quiere identificar a los funcionarios que trabajan en violencia de género.

El triunfo de la derecha sería la vuelta a la España de las listas negras.

Enric Sopena es Presidente ad Meritum y fundador de ElPlural.com