El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York. Unas declaraciones en 2016 de Verónica Pérez a las puertas de Ferraz, recuerden su "en este momento, la única autoridad que existe en el PSOE soy yo, aunque no les guste", pueden acabar con Juan Espadas en San Telmo. Bueno, seamos sinceros, lo del vendaval no es descartable, lo del líder socialista ganando las elecciones no lo ven ni los militantes más crédulos.

Juan Espadas, el candidato de Pedro Sánchez, el elegido con las tripas, la consecuencia del intento de asalto al poder nacional de Susana Díaz, está protagonizando una campaña errática y desconcertante. Inquieta ver a un partido tan fuerte compitiendo tan desganado. Qué cosas le están obligando a decir al candidato. Ayer fue lo de la notaría. Les explico. Espadas no quiere que Juanma Moreno Bonilla abra a Vox las puertas de San Telmo. Como sabe que su campaña no va a evitar que Macarena Olona mejore los doce parlamentarios actuales de la fuerza ultraderechista, vuelve a la idea del cordón sanitario: "Que venga conmigo el primer día de campaña electoral a la notaría que quiera, si quiere aquí en Málaga, la que tenga más próxima; y firmamos los dos que a la ultraderecha ni agua y ya hemos cambiado el escenario político".

Yo, que llevo ya muchos años en esto -ojo, que no lo digo como algo bueno, al revés, empiezo a verlo casi como un defecto-, me acordé de las elecciones municipales de Sevilla en 2011. Como lo viví en primera persona, os cuento: En 2007, Juan Ignacio Zoido había ganado las municipales frente a Alfredo Sánchez Monteseirín. IU, con tres concejales, apoyó a este último, arrebatándole la alcaldía a la lista más votada. En 2011, ya con Espadas al frente de la rosa, el candidato popular declaró que "lo ideal sería pasar por un notario ante el que firmemos todos los candidatos que vamos a dejar gobernar a la lista más votada". ¿Sabéis qué le contestó Espadas? Lo siguiente: "Menos notaría y dar más la cara". Cómo pasa el tiempo. No hizo falta ir a una notaría, Zoido consiguió mayoría absoluta. 20 de 33 concejales fueron para él.

Es curioso lo de dar la cara viendo la campaña de Espadas. El candidato socialista se queja amargamente, allí por donde pasa, de que le está costando mucho "colocar los mensajes" en esta campaña. Es habitual leer a su jefe de campaña, Miguel Ángel Vázquez, atacar a Canal Sur por este motivo. Me lo imagino con un cronómetro frente a la televisión. Un cronómetro nuevo, claro, porque en los años de mandato nadie controlaba lo que salían Chaves, Griñán o Díaz. Su candidato llegó a decir en un desayuno con periodistas que, como la televisión pública andaluza no le saca, es muy difícil que le conozcan fueran de Sevilla.

El PSOE-A ha acudido varias veces a la Junta Electoral a quejarse de la parcialidad de Canal Sur, con poco éxito. En una de ellas, la Junta Electoral en su decisión llamó la atención al partido sobre la "indispensable diligencia" que debe presidir la formulación de escritos de "cualquier naturaleza", ya que pueden inducir a la confusión al órgano de control electoral. El PP llegó al poder y en unos meses cambió el logo de la Junta. Fue algo muy intrépido. Inesperado. El PP tenía un plan: cambiar el mantel sin romper la vajilla. Los problemas de imagen de Espadas tienen más que ver con esa estrategia de fina sustitución que de conspiraciones y manos en la sombra. Mientras que el socialismo apelaba a la historia, el centroderecho miraba al futuro. Quizá Iván Redondo lo pueda explicar con palabras más técnicas, pero aquí siempre se le ha llamado: "Comerte la tostá".

Pedro Sánchez quiere borrar el susanismo a toda costa, incluso sacrificando la posibilidad de volver a San Telmo con un candidato o candidata con más colmillo y pulso. Juan Espadas no sólo no enamora, sino que tiene al partido adormilado. Su lema, que alguien encontró potente, lo de "Si votamos, ganamos", da la medida de su candidatura fofa y sin sangre. Ser el menos malo no te hace bueno. Es un candidato plano y desafectado, muy difícil que el aparato del partido, un órgano duro y ganador, pueda activarse con tan blandas palabras. Espadas fue consejero con Chaves y Griñán, su esposa declaró en una comisión de Faffe… que Pedro Sánchez arrancara un acto reciente en Dos Hermanas hablando de la corrupción del PP resultó tragicómico. La sentencia del Tribunal Supremo de los EREs, que no ha salido estos días por el comienzo de la campaña electoral, y con dos ex presidentes de la Junta ya condenados, convierten las palabras de Sánchez en un bumerán.

Cuando PP y Ciudadanos alcanzaron un acuerdo de coalición en las pasadas elecciones, el PSOE, arrastrado por el histrionismo de Podemos, se sumó a la manifestación que rodeó el Parlamento en el día de la investidura de Moreno Bonilla. En rueda de prensa, Ángeles Férriz, que hubiera sido mejor candidata que Espadas, dicho sea de paso, rechazó que los colectivos que iban a increpar a los futuros y legítimos consejeros, trataran de hacer un escrache. "Un escrache es tenderle la alfombra roja a la extrema derecha y abrirle la puerta grande de las instituciones; un escrache es permitir que la ultraderecha gobierne la vida de esta tierra y que no haya una respuesta contundente por parte del PP, que está dispuesto a todo con tal de ocupar el poder". Cuatro años después, la sobreactuación y el exceso verbal son incuestionables.

El efecto mariposa de Susana que trajo a Juanma a Andalucía. El efecto mariposa de Murcia que dio mayoría absoluta a Díaz Ayuso en Madrid. Quién sabe a donde nos llevaran los aleteos de hoy en el día de mañana. Lo que está claro es que Espadas va a conseguir unos mínimos históricos del partido de la rosa en Andalucía. El miedo ya no vende en Andalucía. Ni las formas torticeras de su equipo cercano. De una guardia pretoriana que, por cierto, dejó pronto de escuchar los consejos que socialistas andaluces como Alfonso Gómez de Celis les daban desde Madrid para afrontar una campaña de forma firme, profesional y enriquecedora.

Juan Espadas se ha abrazado al brochazo y al tedio. Quieren, ni siquiera lo disimulan, recuperar lo que sienten como suyo. Por eso señalan, cuestionan y porfían. Esto es una democracia. El pueblo manda. Mandaba cuando ganaba el PSOE, mandaba cuando ganó el PP, mandarán sea lo que sea que nos depare el 19 de junio. Los trapos sucios se lavan en casa, pero a la calle hay que salir limpito y escamondado. Y este PSOE, el PSOE de Espadas, lleva los mismos rotos y lamparones que hace cuatro años, cuando Andalucía les dijo que se renovaran, que cambiaran, que ya no tenían su confianza.