Si algo hay que agradecerle al Partido Popular es la claridad a la hora de exponer sus objetivos. Lo dijo con absoluta nitidez María Dolores de Cospedal: "Hemos trabajado mucho para saquear a nuestro país" y el PP no se ha apartado, desde su fundación, ni un milímetro de ese noble fin. Pero para saquear hay que estar en el Gobierno, porque desde las comunidades autónomas hacen lo que pueden, pero el botín importante está en las arcas del estado. Y para estar en el Gobierno hay que tener mayoría en el Congreso y eso, de momento, lo tienen atravesado. Así que a falta de votos llevan años empeñados no en hacer política desde la oposición, sino en oponerse a que se pueda hacer política desde el Gobierno.

El último intento de acabar con el gobierno de Pedro Sánchez es el ataque contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, al que acusan de un delito de revelación de secretos. Hablando en plata, la acusación es por decir la verdad sobre el caso de Alberto González Amador, novio de Ayuso y delincuente confeso. Como pruebas contra el fiscal general del estado, el Partido Popular presenta una supuesta investigación periodística en la que dos empresarios anónimos con la voz distorsionada, aseguran haber llevado bolsas de dinero, hasta 90.000 euros, a la sede del PSOE en Madrid.


El medio responsable de esta "investigación" periodística es The Objective", un periódico que desde su nacimiento nunca ha tenido beneficios, pero que sigue abierto gracias a la ayuda económica de tres comunidades autónomas, casualmente gobernadas por el Partido Popular. No hace falta ser muy espabilado para darse cuenta de que el diario en cuestión trabaja a dictado del partido que lo mantiene, pero hubiera sido de agradecer que se hubieran esforzado un poquito en ponerle un nombre menos evidente: "El Objetivo", porque por mucho que Feijóo no sepa una palabra de inglés, el resto de los españoles somos capaces de entender lo que significa.

Y es que el PP hace mucho tiempo que dejó de disimular. Los golpes de estado ya sean por vía militar o judicial para que sean efectivos tienen que ser evidentes. A Tejero no se le hubiera ocurrido entrar en el Congreso con una pistola de juguete, por eso disparó varias veces al techo por si alguien tenía alguna duda de que aquello iba en serio y no era la escena de una película de Berlanga. Si se esmeran poco en disimular en el PP que, sabiendo lo que saben ellos sobre el espacio que ocupan los billetes de euros en sobres, en el artículo que han ordenado escribir a 'The Objective', aseguran que los 90.000 euros fueron introducidos en la sede del PSOE en varias bolsas de deporte, cuando esa cantidad de dinero en billetes de 50 pesa 1.800 gramos y cabe perfectamente en una riñonera.

Por no esforzarse en disimular, ni tan siquiera tienen en cuenta la cronología de los hechos y en muchas ocasiones adelantan los dictámenes judiciales, sin darles tiempo a sus jueces a que los hagan públicos. Esta misma semana el jefe de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, anunció con unos días de antelación que el Tribunal Supremo iba a investigar al Fiscal General del Estado por revelación de secretos. Y esto sí que es rizar el rizo, porque con ese adelanto informativo, Miguel Ángel Rodríguez ponía en evidencia que el Tribunal Supremo estaba cometiendo el mismo delito por el que iba a investigar al fiscal general, porque ¿de qué otra manera podía saber Miguel Ángel Rodríguez lo que iba a suceder sino porque se lo había comunicado previamente el propio tribunal?

Hubo un tiempo, especialmente en la breve etapa de Pablo Casado, en el que el PP intentó hacer creer que era un partido político, con sus muchísimos casos de corrupción, pero no con el único "objective" de saquear España. Pero tras el aterrizaje en la presidencia nacional del amigo de un narcotraficante y en la comunidad de Madrid de la marioneta de Miguel Ángel Rodríguez, que vive en un apartamento de lujo conseguido con los tejemanejes de un delincuente confeso, esforzarse en aparentar que son un partido político resulta tan inútil que han abandonado toda intención de hacerlo.

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