Consiguieron de esta forma colgar las culpas al caído y generar con el cambio nuevas esperanzas. El mecanismo tiene obviamente sus contraindicaciones.

Cada crisis se lleva jirones del gobernante y la repetición de las mismas termina quemándole sin que ningún ministro-fusible pueda impedirlo. Es pues una cuestión de dosis.

Mariano Rajoy disfruta de una holgada mayoría absoluta que podría permitirle llegar hasta el final de la legislatura pero, obviamente, no con el mismo Gobierno. No recuerdo precedentes de situaciones tan graves como la que sufrimos y de un creciente cabreo que la ciudadanía expresa en cada consulta demoscópica.

Es de suponer que el jefe del Ejecutivo dirigirá la carta de despido a un miembro de la bicefalia económica, Cristóbal Montoro o Luis de Guindos; o a la bicefalia en pleno llevándose por delante a ambos ministros, a Guindos y a Montoro. Y probablemente a algún ministro más.

El problema no reside solo en la desconfianza general sobre la política económica ni en las discrepancias, casi inevitables, entre estos dos, sino también en los choques que se están produciendo con otros ministros económicos.

La pugna entre José Manuel Soria, responsable de Industria, Energía y Turismo con Cristóbal Montoro es un ejemplo doloroso pues está retrasando la solución de un problema acuciante: el del Déficit de Tarifa eléctrico.

Con la hipotética crisis que aventuro, sin más información que la que dicta la lógica, enmendaría Rajoy el error que cometió al dividir la vicepresidencia económica en dos con la ilusa convicción de que superaría la bicefalia, siempre disfuncional, presidiendo él, en persona, la Comisión Delegada para los Asuntos Económicos. Como si le sobrara el tiempo para enredarse en tan abstrusa Comisión.

Estos días los rumores señalaban a Cristóbal Montoro como la víctima elegida para el sacrificio. Tiene su lógica pues aunque Montoro es un hacendista competente no es precisamente un mago de las finanzas ni brilla por la sutileza de sus mensajes políticos.

Pero su mayor inconveniente, su pecado mortal, es que es sensible a los sufrimientos de la gente, una "debilidad" que no afecta a otros compañeros empezando por el propio Luis de Guindos.

No digo yo que Don Cristóbal sea un peligroso socialdemócrata pero si es un keynesiano, alguien que cree en el sector público.

Si finalmente Rajoy hace su crisis con premeditación y "agosticidad" quizás aproveche la oportunidad para cargarse a otros ministros mal valorados en las encuestas. Y quizás la aproveche también para incorporar a gente de su estricta confianza como Álvaro Nadal, jefe de su Oficina Económica, y a una persona que ansía recuperar, a Javier Arenas, caído con honores en el frente andaluz.

José García Abad es periodista y analista político