Alberto Núñez Feijóo ha tenido otra “ocurrencia”. Todo le sirve para tratar de tapar el escándalo, la dejadez y la absoluta irresponsabilidad de sus presidentes autonómicos en la lucha contra el fuego. Esta vez, su gran medida estrella contra los incendios es colocar pulseras telemáticas a los pirómanos, otro “brindis al sol”. Pero ya puestos a repartir pulseras, ¿por qué no aprovecha y las propone también para sus presidentes autonómicos del PP, que desaparecen siempre que sus comunidades sufren una catástrofe?

¿Dónde estaba Mañueco en Castilla y León cuando los fuegos arrasaban miles de hectáreas? En Cádiz, de vacaciones. ¿Dónde estaba Mazón cuando la DANA golpeó con una fuerza devastadora en la Comunidad Valenciana y dejó 228 muertos? En una comida en El Ventorro. ¿Dónde estaba Ayuso cuando un incendio calcinó 1.500 hectáreas en Tres Cantos? En Miami. ¿Dónde estaba Moreno Bonilla en los incendios de Tarifa, Zahara, Huelva, Sierra Norte de Sevilla o el de la Mezquita-Catedral de Córdoba? Desaparecido. Quizás lo que en verdad urge es un localizador telemático, pero para los dirigentes del PP que nunca están cuando se les necesita.

No hace falta recurrir a grandes informes para ver el desastre. Bastan los mensajes de los bomberos de Castilla y León en sus grupos internos de WhatsApp durante los incendios: “Comedia es lo que están haciendo. Joder, qué vergüenza”. “Todos en base, con cinco incendios a nivel 2”. La indignación era palpable. Y mientras los profesionales se dejaban la piel en el terreno, los presidentes autonómicos del PP tardaban días en reaccionar.

Ante cada catástrofe, el PP aplica lo que ya se conoce como el “modelo Ventorro”: negar responsabilidades propias, cargar contra el Gobierno central y esperar a que la tormenta mediática pase. Mazón lo inauguró el 29 de octubre, mientras la DANA se cobraba vidas en la Comunidad Valenciana y él seguía con su comida. Ahora lo replican Mañueco y Rueda en Castilla y León y Galicia, con la connivencia de Feijóo, que no tiene la valentía ni la decencia de exigir explicaciones a los suyos.

El PP lleva gobernando Castilla y León desde 1987 y Galicia desde 2009. ¿Durante todos estos años no han tenido tiempo de implantar esas medidas que hoy venden como novedad? Pero su estrategia es otra: culpar siempre al Gobierno central y lavarse las manos de las responsabilidades que sí son suyas. Quieren poder autonómico, pero no quieren asumir responsabilidad autonómica. En incendios, sanidad, educación o vivienda, el guion es siempre el mismo: la culpa nunca es de ellos.

Feijóo ha presentado un plan con 50 medidas contra los incendios, que cuando se analizan son papel mojado: medidas sin criterio técnico, repetidas, copiadas de normativas ya existentes o de competencias que no son del Estado, sino de las comunidades autónomas. Los expertos lo definen como un “cajón de sastre” sin sustancia. Los bomberos forestales lo tachan de “brindis al sol”. Y los juristas dicen que el registro de pirómanos de Feijóo es inútil: “Ya existe en el Código Penal”.

Pero desmontemos una mentira más de Feijóo. El líder del PP afirma que el 80% de los incendios son intencionados. Los datos oficiales lo desmienten: según la Fiscalía General del Estado, en 2023 solo el 19% fueron provocados deliberadamente. La mayoría (68%) se deben a negligencias humanas: quemas agrícolas mal controladas, colillas, accidentes. Es decir, ni pulseras telemáticas ni registros de pirómanos van a solucionar la raíz del problema. Lo que hace falta es prevención, gestión forestal y recursos humanos estables.

Pero de eso no hablan ni Feijóo ni sus barones autonómicos. No mencionan la necesidad de reforzar las brigadas, de garantizar condiciones laborales dignas a los bomberos forestales, de mantener contratos durante todo el año en lugar de temporales precarios. Eso les da exactamente igual. Y por mucho que nos duela, después de 400.000 hectáreas quemadas, el PP allí donde gobierna no va a cambiar nada.

No es casualidad: reforzar brigadas y mejorar salarios supondría admitir que sus comunidades llevan años de recortes y precarización. Mucho más cómodo hablar de pirómanos que asumir que no han hecho su trabajo.

Mientras Feijóo recurre a “ocurrencias”, el Gobierno de Pedro Sánchez está, como siempre. Aprobando esta semana en Consejo de Ministros ayudas inmediatas y la declaración de zonas catastróficas en 16 comunidades autónomas. Planteando la necesidad de un gran pacto de Estado contra la emergencia climática, que no saldrá adelante sin el apoyo del PP. Porque la emergencia climática no entiende de siglas, pero el PP solo entiende de oposición destructiva.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, lo resumió con claridad: las comunidades del PP no cumplen con sus obligaciones de prevención y luego exigen responsabilidades al Estado. Se trata de honestidad política, algo que escasea en Génova.

¿No es responsabilidad del PP la gestión de la DANA en Valencia? ¿No lo es haber abandonado a miles de ancianos en residencias de Madrid durante la pandemia? ¿No lo es despedir médicos en plena crisis sanitaria? ¿No lo es dejar que el fuego arrase Castilla y León y Galicia? Sí lo es. Pero Feijóo se ha especializado en el arte de escurrir el bulto.

Según Feijóo, aquí la culpa es de todos, menos de Mazón; la culpa es de todos, menos de Rueda; la culpa es de todos, menos de Mañueco; la culpa es de todos, menos de Ayuso; la culpa es de todos, menos de Moreno Bonilla. Feijóo se ha convertido en un jefe de la oposición que tapa con bulos, insultos y fake news la incompetencia de sus propios presidentes autonómicos.

España no se merece una oposición que no cumple con su responsabilidad y que lo único que aporta son excusas. España no merece un líder del PP que improvisa medidas inviables y que protege a los suyos, aunque la realidad los deje en evidencia. España no necesita una derecha que usa la desgracia de pueblos arrasados por el fuego como arma partidista.

La ironía es inevitable: si Feijóo quiere repartir pulseras telemáticas, que empiece por pedirlas para sus presidentes y presidentas autonómicas. Así, al menos, sabremos dónde están cuando llegue la próxima catástrofe. Porque si algo han demostrado incendios, inundaciones y olas de calor, es que los barones del PP nunca aparecen donde deberían estar: al frente, dando la cara y asumiendo sus responsabilidades.

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