El PSC, con el viento a favor según los sondeos, ha decido apostarlo todo a la manera de ser de su candidato, Salvador Illa, para alcanzar una victoria mucho más nítida que en 2021 y estar en condiciones de ser una alternativa real de no sumar el independentismo. Illa es un político moderado en las formas y en el fondo, poco amigo de la contundencia verbal, aunque ello pueda marginarlo en la crónica política electoral. Y el PSC no ha dudado en adecuar su proyecto catalanista a la versión más cómoda para su candidato, que oída su presentación en sociedad podría resumirse así: todos unidos, entorno a un Estatut que puede servir al país mucho más de lo que se quiere hacer creer.

La conferencia de salida electoral de Salvador Illa dejó claro el mensaje con el que quiere desplegar su proyecto en las próximas semanas. Su adversario preferente no es el independentismo sino el desgobierno. Los candidatos de ERC y Junts, pues, no deben ser combatidos tanto por sus sueños secesionistas como por su mal gobierno de Cataluña, un país potente lastrado por las consecuencias de tanta desidia. Él se ofrece a gobernarlo con la prudencia y la capacidad que se le atribuye. Para el candidato socialista, todo lo demás es ruido.

El catálogo de sus prioridades para su presidencia contempla la renovación inmediata de los maltrechos servicios públicos y la inversión imprescindible para frenar la amenaza permanente de sequía. En su gestión estatutaria, se compromete al desarrollo del texto de 2006 hasta alcanzar la plenitud de las competencias allí contempladas y la negociación de una nueva financiación autonómica a partir del consorcio tributario entre Estado y Generalitat, una figura que sobrevivió primero al cepillado aplicado por Alfonso Guerra en la comisión del Congreso y posteriormente también al cribado practicado por el Tribunal Constitucional. Con este ejercicio de colaboración institucional, Illa cree posible paliar la enorme diferencia entre aportación de impuestos y retorno de inversiones que sufre Cataluña desde tiempos inmemoriales.

La puesta de largo de Illa no estaba pensada seguramente para alcanzar el éxtasis de los centenares de militantes presentes que apenas supieron identificar tres o cuatro pasajes para aplaudirlos, sino para transmitir seriedad y moderación a los números invitados presentes, pertenecientes a otros ámbitos políticos, sindicales, económicos y culturales. El mensaje fue cristalino. El candidato del PSC intentará no participar del rifirrafe electoral para salvaguardar una propuesta presidencial que se describe con dos conceptos de amplio espectro, unir a todos los catalanes y servir al país con la mejor de las aptitudes.

El liderazgo que prometió Illa en su presentación se pondrá en juego mucho antes de una eventual investidura. El reto de superar una campaña con la pretensión de quedar al margen del espectáculo electoral se ha demostrado casi siempre altamente complejo. En esta ocasión todavía más, al presentarse un candidato que pretende justamente esto, dejar fuera de juego al candidato del PSC.

Carles Puigdemont ya ha explicitado su horizonte: el futuro de Cataluña no pasa por Illa (ni por Pere Aragonés) sino por el resultado de su relación con Pedro Sánchez. Este plan tiene por objetivo evidente, en primera instancia, ningunear al PSC y en segunda instancia asegurar su “restitución” como presidente de la Generalitat a la necesidad de Pedro Sánchez de contar con los votos de Junts, sean cuales sean los resultados electorales en Cataluña. En definitiva, su interlocutor para negociar el futuro, o su adversario, llegado el caso, siempre será el presidente del gobierno español, al menos mientras la correlación de fuerzas en el Congreso se lo permita.

El quid pro quo de Puigdemont situará a Illa en una disyuntiva de campaña decisiva. Ciertamente existe en Cataluña un electorado de magnitud por determinar muy receptivo a la propuesta de Illa de pasar página del Procés, de sus protagonistas y de los conceptos (amnistía y referéndum) con los que se pretende mantenerlo vivo por parte de Junts y ERC; sin embargo, no le será fácil al candidato del PSC atrincherarse en la imagen de la fuerza tranquila frente a quienes pretenden desacreditarlo como protagonista.