Cuando la manifestación por la Sanidad pública y contra la gestión de Ayuso petaba ayer el centro de Madrid y era evidente su éxito, los medios digitales de la derecha publicaban titulares sobre el pinchazo de la convocatoria y fotos de tan solo cuatro gatos en la calle. 

Cuando el mes de octubre ha ofrecido buenos datos económicos y de empleo, la plataforma de camioneros sin personalidad jurídica alguna y con un ultraderechista a su frente convoca una huelga de camioneros a partir de hoy. Los camioneros de aquí son colegas de los que en Brasil bloquearon carreteras y autopistas para boicotear la victoria de Lula porque no aceptaban los resultados y pedían un golpe militar.

Para los ultras solo son legítimas sus victorias electorales, las de sus adversarios son siempre ilegítimas. En Estados Unidos, los trumpistas más recalcitrantes han vuelto a salir a la calle para protestar porque, por segunda vez, consideran que les han robado votos.

Los okupas del Consejo General del Poder Judicial y otras altas instituciones jurídicas del Estado, que llevan cuatro años de resistencia a cumplir con la Constitución, son los que más presumen de constitucionalistas al igual que sus homólogos norteamericanos en el Tribunal Supremo, que interpretan la Constitución con criterios de hace dos siglos y saltándose todos los artículos que no les gustan.

A los negacionistas se les acumulan los temas a negar aquí en España y en muchos otros países, ahora la asociación integrista Abogados Cristianos niega la legalidad del Partido Comunista de España y una jueza de su mismo cariz les hace caso y paraliza la salida de un sello conmemorativo del centenario del PCE

Las guerras culturales han devenido en guerras judiciales en las que se juega si se legalizan o legitiman las mentiras y los bulos más burdos. Las grandes religiones monoteístas del planeta están secuestradas en la actualidad por sus sectores más integristas, con la única excepción de la Iglesia católica, en cuya cúpula no sabemos por cuánto tiempo está el papa Francisco con un talante más abierto.

La única red mundial que está funcionando es la de los bulos y mentiras de la derecha fanática desde Rusia a EE UU, pasando por Filipinas, Oriente Medio, algunos países de Europa, buena parte de África y países centroamericanos como Nicaragua, Honduras o El Salvador. 

Tenemos un trabajo ímprobo por delante porque una frase mentirosa requiere de un párrafo para desmentirla, un párrafo con varios embustes necesita un folio para neutralizarlo y un folio, de varias páginas. No caigamos en el pesimismo, el trumpismo ha sido contenido en las urnas y su dinero llegará en menor medida a los nodos de su red en el planeta.