Este verano va a ser muy duro para la sanidad pública andaluza. Mientras la población se dispara por la llegada de millones de turistas a Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla continuará con recortes, menos personal y centros de salud cerrados por las tardes. En lugar de reforzar el sistema sanitario público, lo debilita. Y las consecuencias las van a pagar los sanitarios que están al límite y los pacientes que no recibirán la atención que precisan.

Moreno Bonilla reduce el presupuesto para las contrataciones de verano: de 144 millones de euros el año pasado se pasa a 135 millones este año. Un recorte absolutamente incomprensible cuando la demanda se dispara. Estamos hablando de que habrá casi 1.000 contratos menos.

En el caso del Hospital Regional de Málaga, la situación es especialmente crítica. Desde UGT advierten que “la previsión para este verano es peor aún” que la del año pasado, que ya fue “muy mala”. Denuncian que se han recortado las contrataciones para sustituir a los profesionales durante sus vacaciones, lo que provocará un aumento de las listas de espera y la saturación de las Urgencias. “Nos han presentado un plan vacacional que dan ganas de llorar”, afirman.

La atención primaria, que es la primera puerta de entrada al sistema sanitario, va a quedar muy tocada. Tres de cada cuatro centros de salud no abrirán por la tarde. Según los datos de la propia Junta, de los 1.513 centros existentes en Andalucía, 1.121 cerrarán a partir de las tres. Aunque a estas alturas los trabajadores aún no han recibido esta información sobre el cierre de su centro o no. Y todo esto ocurre justo cuando Andalucía recibe más visitantes que nunca: 12,5 millones de personas están previstas entre julio y septiembre, cuatro millones más que la población habitual.

Hay pueblos y ciudades costeras como Nerja, Conil, Roquetas o Matalascañas que duplican su población en verano. Aún así, se cierran centros y se recortan turnos. La receta de Moreno Bonilla es clara: “No te pongas malo en verano”. Porque si lo haces, te costará mucho ser atendido.

UGT también denuncia que “será imposible dar vacaciones a todos los profesionales” con las cifras de sustituciones que plantea el SAS. Para poder cubrirlas, se cerrarán servicios, entre ellos quirófanos. Esto provocará un nuevo repunte de las listas de espera y generará un “tapón” en los servicios de Urgencias, como ya ha ocurrido recientemente en el Hospital Clínico.

El número total de contratos baja: de 37.300 a 36.500. Pero hay trampa. Esa cifra no significa que haya 36.500 personas contratadas. La misma persona puede firmar diez contratos distintos en un mes. Con esta desvergüenza, Moreno Bonilla maquilla la realidad y esconde que en Andalucía no hay suficientes profesionales ni estabilidad laboral, y menos en verano.

En 2024 se hicieron 1.306 contratos médicos; este año serán solo 1.019. Esto significa menos consultas, menos atención urgente, quirófanos cerrados o funcionando a medio gas. Y también habrá menos técnicos, menos personal de mantenimiento y menos apoyo en general, justo cuando más falta hace.

La sanidad andaluza llega al verano en estado crítico. Todos los sindicatos —UGT, CCOO, Satse, CSIF y el Sindicato Médico Andaluz— llevan tiempo denunciándolo: las coberturas de verano cada año son peores y no se puede garantizar una atención digna con tan pocos recursos.

Las consecuencias ya se están viendo. En Málaga, por ejemplo, la UCI pediátrica del Hospital Materno funciona al límite por falta de personal. En el Hospital Regional hay días en los que faltan hasta 70 camas para ingresar a los pacientes. Los pacientes, después de una operación, tienen que esperar durante horas para ser ingresados. En otros hospitales, alumnas en prácticas están cubriendo plantas enteras. Eso no es sanidad pública, es abandono institucional.

Además, Andalucía lidera el cierre de camas hospitalarias en España durante el verano. Este verano unas 15.000 camas quedarán fuera de servicio en plena temporada alta. Una barbaridad. Una de cada cinco camas hospitalarias estará cerrada justo cuando más se necesitan, por no querer contratar al personal necesario.

Andalucía encabeza también el ranking de comunidades con peor atención sanitaria, según el último Barómetro Sanitario. Desde que Moreno Bonilla llegó a la Junta, las listas de espera han aumentado un 25%. La excusa es que “faltan profesionales”, pero se olvidan de contar que ellos mismos echaron a la calle a 18.000 sanitarios tras la pandemia. Si no hay médicos ni enfermeras suficientes, es porque no las contrataron. No faltan profesionales, aunque no actualicen las bolsas de trabajo; lo que ocurre es que los sanitarios huyen hacia mejores ofertas de trabajo en otras Comunidades.

La realidad es que cada vez más andaluces tienen que esperar meses para una operación, para una prueba o para ver a un especialista. Y mientras tanto, los que pueden, se van a la sanidad privada. Porque el sistema público ya no responde.

Desde que Moreno Bonilla gobierna, la Junta ha desviado 3.718 millones de euros a clínicas y hospitales privados. Dinero público que podría haberse invertido en reforzar el sistema público: contratando más personal, abriendo centros, mejorando equipamientos. Pero no. Se ha optado por otro modelo: el del negocio.

Lo dejó muy claro la consejera de Salud, cuando hace unos días afirmaba que su obligación es que “aquella persona que no pueda o no quiera pagarse un seguro privado sepa que cuenta con un sistema público”. Como si la sanidad pública fuera solo un parche para los pobres. Como si no fuera un derecho para todos y todas.

Desde que gobierna Moreno Bonilla, los seguros privados han crecido un 25% en Andalucía. Y no porque la gente esté encantada de pagar más, sino porque no les queda otra opción. Si no pueden esperar seis meses para ser atendidos, tienen que recurrir a lo privado, aunque les cueste un esfuerzo económico enorme.

Hoy, la sanidad pública andaluza tiene más problemas que nunca. Las listas de espera baten récords, hay menos plantilla que nunca y los profesionales están al borde del colapso. Andalucía ha pasado de ser un ejemplo de sanidad pública a liderar el camino hacia la privatización. Y el responsable tiene nombre y apellidos, se llama Juan Manuel Moreno Bonilla.

Este verano será un infierno para muchos sanitarios y también para miles de pacientes. Pero también puede ser un punto de inflexión. Hay que alzar la voz. Porque defender la sanidad pública es defender una sociedad más justa. Porque la salud no es un lujo, es un derecho. Y no podemos permitir que ese derecho dependa del dinero que uno tenga en el bolsillo.

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