El dictamen de la Junta Electoral de Andalucía rechazando la inclusión de Podemos en la coalición Por Andalucía es jurídicamente impecable. Se diría que inapelable incluso: de hecho, la formación morada ha renunciado a recurrir la decisión ante la Junta Electoral Central, dadas las nulas posibilidades de que ésta rectifique a su sección andaluza.

En materia de leyes los plazos son los plazos y admiten pocas bromas. En Podemos Andalucía alguien se pasó de listo: calculando que Izquierda Unida podía ceder la primogenitura de la lista electoral que ostenta Inmaculada Nieto, ese alguien decidió apurar tanto el plazo fijado en las 23:59 horas del 6 de mayo que los papeles con sus firmas no llegaron con tiempo suficiente. Los estrategas morados debieron pensar que su presión sobre IU era una jugada maestra; la realidad es que fue una imprudencia temeraria.

Si el jurista tiene, ciertamente, poco o nada que decir ante la decisión de la Junta Electoral, no sucede lo mismo con el ciudadano que no entiende de leyes pero sí de sentido común. De leyes solo entienden los juristas pero de justicia entendemos todos, lo cual no significa en ningún caso legitimar ni abrir las compuertas a un populismo judicial que dejaría en manos del común sentencias y dictámenes que en un Estado de derecho deben decidir y administrar los jueces, no los ciudadanos.

Ello no obsta, sin embargo, para que en casos como éste quede en el ciudadano el regusto amargo de tener que aceptar una decisión perfectamente legal y legítima pero que choca a su sentido común. Si todos los partidos de la coalición Por Andalucía han acordado que Podemos esté dentro y están unánimemente de acuerdo en que siga estándolo, cuesta entender que no se lo permitan por no haber presentado los papeles en tiempo y forma. Los plazos judiciales están tasados y lo están por algo, pero tratar con el mismo rasero, pongamos por caso, no pagar una multa en periodo voluntario y presentar 14 minutos tarde los papeles de una coalición electoral es un hecho que, aun siendo judicialmente impecable, inquieta no poco a los profanos.

El castigo impuesto por la ley a Podemos y Alianza Verde también es en realidad un castigo para el resto de partidos autorizados a formar parte de la coalición, pues sus expectativas electorales pueden verse seriamente mermadas por la exclusión de los morados. En este caso, no cabe, pues, decir que paguen justos por pecadores sino que pagan justos y pecadores.

Demasiada penitencia para tan poco pecado. El suspenso sufrido por Podemos recuerda al de esos aspirantes al obtener el carné de conducir que, habiéndolo hecho todo bien durante el recorrido, cuando el examinador les pide que aparquen logran encajar el coche en la plaza pero con tan mala fortuna que rozan el bordillo o golpean levemente al vehículo que está detrás, de manera que el estricto funcionario de Tráfico decide suspenderlos: no lo hace porque no sepan conducir o aparcar, sino porque el reglamento es el reglamento y han rozado el puto bordillo con la rueda trasera.

En fin, de haberse tratado del popular juego de cartas se diría que los morados quisieron acercarse tanto a sumar las siete y media exactas que se les fue la mano. Debieron haber recordado las sabias palabras del gran Don Mendo sobre las diabólicas siete y media: “Que o te pasas o no llegas./ Y el no llegar da dolor,/ pues indica que mal tasas/ y eres del otro deudor./ Mas ¡ay de ti si te pasas!/ ¡Si te pasas es peor!”.