La no elección por parte del Parlament de Catalunya de Miquel Iceta como senador y, por ende, la imposibilidad de que éste sea elegido presidente del Senado, es una hábil jugada ganadora del equipo de Pedro Sánchez. ERC, como probablemente había previsto el propio Iceta, no ha podido controlar su espíritu de escorpión y ha acabado picando a la rana sobre la que pretendía llegar a la orilla de la moderación. Los buenos resultados electorales obtenidos por el partido de Oriol Junqueras en las últimas elecciones generales, hacían pensar que el partido había encontrado la clave para distanciarse definitivamente del grupo de Carles Puigdemont. Pero, como tantas veces le repitió el vizconde de Valmont a Madame de Tourvel en "Las amistades peligrosas",  ERC lo siente, pero no puede evitarlo. 

La torpeza de ERC es doble. Por un lado, le ofrece al PSOE, especialmente a sus candidatos autonómicos, un estupendo argumento con el que rebatir la cantinela de la derecha española de que el partido de Sánchez tiene pactos secretos con los independentistas. Por otro, hace buenos los argumentos de Puigdemont de que ante la imposibilidad de pacto con el estado español, la única salida es la ruptura unilateral, y para esa misión los votantes independentistas pueden pensar que nadie mejor que el expresidente de la Generalitat de Catalunya.

Por si eso fuera poco, Pedro Sánchez ha recogido el guante de la afrenta y lo ha utilizado para golpear ambas mejillas republicanas. ¿No queréis un presidente catalán para el Senado? Pues marchando también la presidencia del Congreso. Y, aunque todos sabemos que el Senado sirve para lo que sirve, que está entre el poco y la nada, la elección de  Manuel Cruz no es cosa baladí. El senador del PSC fue presidente de Federalistes d'Esquerres, una entidad formada por intelectuales, profesores universitarios, activistas sociales y políticos catalanes que aboga (su nombre deja poco margen a la imaginación) por una solución plurinacional y federalista para esto que venimos llamando España. 

La designación de Meritxell Batet como presidenta del Congreso va en la misma línea que la de Manuel Cruz. Es catalana e inequívocamente federalista. En el último gran encuentro organizado por Federalistes, bajo el lema: "Por una España federal en una Europa Federal", fue la única ministra del gobierno de Pedro Sánchez que asistió al acto. La opción federal, según la última encuesta del CEO (el equivalente en Catalunya al CIS), es la que más ha subido en estos últimos meses entre las preferencias de los catalanes. 

El gran enemigo de los partidarios de la independencia catalana no es la derecha española, bien al contrario es una aliada indispensable, sino que aparezca una alternativa que pueda rebajar, como sería el caso del federalismo, la tensión existente. Pedro Sánchez parece haber apostado por darle una oportunidad a esta opción. Con ella se aseguraría la animadversión de los nacionalistas de ambos bandos, pero aún más la aprobación y el apoyo de quienes no lo son. Falta saber si en España y Catalunya son mayoría.