Habíamos visto a Netflix dar caña en Twitter a la corrupción política para promocionar sus nuevas series y también la campaña de TNT en Instagram, con carteles simulados de todas las formaciones, para generar expectación sobre la serie de Javier Cámara, Vota Juan. Pero la campaña de la tercera temporada de El Cuento de la Criada que está realizando Pablo Casado es algo que rompe los esquemas de cualquier publicista: “Señora inmigrante, dennos a su hijo y le damos los papeles”.

En esto de que las mujeres pobres entreguen sus hijos a las ricas ya tenemos alguna experiencia en España. Al menos, ahora, parece que nos libramos de intermediarios para que las monjas se puedan dedicar en exclusiva a cocinar pastas. Un trato directo que tiene muchas ventajas, sobre todo cuando los mediadores tradicionales tienen la mala suerte de que a la mínima se les aparezca el Demonio y les obligue a manosear al chaval de turno.

Esto, al menos, es la conclusión a la que he llegado todo el mundo con la polémica Ley de Apoyo a la Maternidad que propone el Partido Popular y que ha provocado un terremoto político. Cuando vas al detalle, el que te quiera dar el PP, porque no hay nada por escrito, la propuesta parece otra, pero de ser cierta, esconde uno de los mayores errores de comunicación política de la historia.

Vayamos a la cronología de este error, para intentar entenderlo mejor. La noticia nace en un despiece de El Mundo el pasado domingo titulado “Blindaje a las sin papeles que den sus hijos en adopción”. El tema pasa desapercibido hasta que el lunes lo recoge el programa de televisión Todo es mentira, con el titular El PP quiere blindar a las inmigrantes sin papeles que den a sus hijos en adopción”. De ahí, salta a todos los medios con diversos titulares, con más o menos dureza, pero ninguno deja en buen lugar al PP.

En ElPlural.com ya acudimos al discurso íntegro ofrecido por Pablo Casado en Cartagena, donde anunció su ley para acabar con el “invierno demográfico”, pero solo daba unas pinceladas en las que prometía ampliar lo que hace “la Red MADRE en la Comunidad de Madrid”. En la nota de prensa, ni una mención al tema.

Lo que aseguran desde el PP es que su intención es evitar, “por razones humanitarias”, que la Administración pueda iniciar los trámites de deportación de una mujer inmigrante si descubre su situación cuando ella acuda a dar en adopción a su hijo. Muy bonito todo, pero surgen varias dudas, de primeras. ¿Esta problemática es real? ¿Qué datos maneja el PP sobre esta materia para justificar su medida? No parece que sea algo que esté a la orden del día y urge saber más al respecto.

Al margen de eso, está la lectura política y comunicativa. La más realista y cruda. ¿Qué beneficio saca el Partido Popular con esta medida, teniendo en cuenta que estamos en campaña electoral? Vayamos primero al problema actual. No hay manera positiva de trasladar la medida a un titular, solo menos malas. Porque hay una diferencia entre decir que no se expulsará inmigrantes “si dan a sus hijos” y que se protegerá a las “que quieran dar en adopción”. Pero de una y otra manera, siempre queda el poso de una posible extorsión o premio a quienes renuncien a la sangre de su sangre.

Y fíjense si es difícil comunicar semejante ocurrencia que los titulares no salen de un mal discurso o de una nota de prensa ambigua, como ya hemos explicado, sino del trato directo con los responsables de la comunicación política del partido más votado de España.

¿Beneficio? Pues parece que ninguno. Porque el PP ha conseguido indignar a cualquier ser pluricelular a su izquierda por la indecente propuesta de no expulsar a las inmigrantes que nos den a sus hijos, al menos hasta que las pillen en una redada. Pero por su derecha, que ya les está comiendo la merienda, el PP traslada que perdona o incluso fomenta a quienes nos están invadiendo. No es un disparo en el pie tipo Froilán: es un yunque Marca ACME con el que les va a costar despegarse del suelo.

De momento, el PP de Casado ya ha activado la única estrategia de escapatoria que conoce: decir una tontería más grande. Por ejemplo, pedir a Vox que no se presente en algunas provincias para las elecciones. O sea, decirles a tus votantes que lo mismo es votar a uno que a otro y dar la patética imagen de rogar a tus adversarios que no peleen. Pero esa es otra historia.