Mientras tanto, las gentes del 15-M –aunque hayan condenado los brutales excesos de los provocadores y de los descerebrados, lo que está muy bien- se han perjudicado a sí mismas y han perjudicado también a cuantos, desde posiciones progresistas o de izquierdas, vienen defendiendo la libertad de pensamiento, de expresión y, legítimamente, de crítica. Este miércoles, sin ir más lejos, nosotros rebatimos, desde ELPLURAL.COM, las acusaciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dirigidas contra los movimientos que pretenden regenerar -con brío y firmeza- la política española. Aguirre tildó a los promotores de  acampadas, manifestaciones y concentraciones de “precursores del totalitarismo.” Se lo desmentimos punto por punto y con argumentos.

Oleada impresionante de protestas
Pero si la reciente intervención de los mossos en la barcelonesa plaza de Cataluña generó una oleada impresionante de protestas en millones de ciudadanos españoles y catalanes, los desmanes en torno al Parlamento autonómico -protagonizados por energúmenos- fueron  bochornosos. Quienes zarandearon al diputado de CiU Josep Maria Llop, que es ciego, mientras trataban de quitarle el perro guía, no son otra cosa que mal nacidos.

Esto no es verdad
Queremos creer -estamos seguros- que, por fortuna, no todos los presentes en la infame movida del miércoles actuaron de forma violenta o sencillamente impresentable. Esta observación les debería llevar a los indignados a que eviten, de una vez por todas, repetir su cantinela según la cual el PSOE y el PP son la misma cosa, de modo y manera que, en general, todos los partidos son  iguales. Pues bien, esto no es verdad. Verdad es, en cambio, que este género de reflexiones rozan la doctrina reaccionaria.

Que se lo hagan mirar
Si a estas horas los indignados consideran que los conservadores y los socialistas vienen a ser similares o complementarios, que se lo hagan mirar.  Y que se hagan mirar también el falso mito del bipartidismo. Hay en España, en las autonomías y en los municipios, muchos más partidos que dos.  No pocos de entre ellos, además,  acostumbran a ser decisivos a la hora de gobernar unos u otros. En todo caso, las vías pacíficas son las únicas que aprueba la opinión pública. Pacifismo, sí; violencia, no, no y no.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM