Pablo Casado es el nuevo presidente del PP tras el paripé de una votación democrática por parte de una minoría de afiliados que, en primera vuelta, había dado la victoria a Soraya Sáenz de Santamaría. Para corregir el error, entró en escena un batallón de compromisarios decididos a torcer la voluntad de la escasa militancia y poner al delfín de José María Aznar donde tenía que estar: mandando. Faltaría más.

Que ésta debía ser la mejor solución lo habían machacado por activa y pasiva los medios habituales, no sólo de la derecha, muy ayudados por TVE en sus tertulias e informativos. Los viejos escuderos mediáticos de los populares, amparados en la falta de renovación del ente público, han estado durante todo el mes poniendo la información del Congreso del PP por delante de cualquier otra acción del Gobierno socialista, por  importante que esta haya sido.

Confirma esta impresión, que la victoria de Casado era el resultado pretendido. La reacción de los representantes de la prensa cavernaria, exultante en debates y editoriales ante la promesa de un regreso - que ya creen conseguido- con todo lo que conlleva de privilegios (publicidad oficial , etc.etc.) para sus periódicos y sus propias personas.

Su victoria supone el regreso a la derecha más dura y el retorno al oscurantismo

¿Qué supone Pablo Casado? Después de haber despedido con un rimbombante vídeo en honor y gloria de Mariano Rajoy Brey, el regreso a la derecha más dura, la del recorte de libertades y retorno al oscurantismo. La derecha que surfeó sobre la corrupción, y el partido condenado por su participación, (no olvidemos como pista válida a Correa y a todos los condenados en la boda de la hija de José María Aznar). La derecha de los tesoreros intermediarios y las operaciones Púnica, Lezo, y tantos otros asuntos que están pendientes en los tribunales. Sin olvidar el propio máster cuestionado del flamante presidente del PP. Y por supuesto, se acabó buscar una salida razonable para Cataluña.

Los de Aznar pretenden regresar cabalgando a lomos del caballo más conservador; al peor estilo europeo. Como de esto saben bastante, es probable que consigan aunar voluntades a la hora de votar para lograr el poder: para que la Moncloa vuelva a estar al alcance de su mano. Por eso, es vital que los partidos a la izquierda abandonen sus remilgos y hagan frente común con Pedro Sánchez que, hoy por hoy, es la única salida posible. De lo contrario, la profecía del oscuro futuro que encarna Pablo Casado puede hacerse realidad