Más allá de los análisis coyunturales, está claro que el pasado 20-N marca mucho más que un punto y aparte en la historia de la política española. El espectacular giro a la derecha que la ciudadanía ha dado en estas elecciones debe forzar a una revisión en profundidad de los planteamientos progresistas. Porque esta gran derrota electoral del PSOE responde fundamentalmente a la pérdida de la confianza de muy amplios y muy diversos sectores sociales, los más afectados por las duras consecuencias de la gran crisis económica que padecemos. Y esta pérdida de confianza, que el pasado domingo se expresó más a través de la abstención, el voto en blanco, el voto nulo y el voto a otras formaciones progresistas que mediante el trasvase de sufragios al PP, responde a la desorientación que estos muy amplios y diversos sociales sienten en estos tiempos de crisis cuando desde posiciones de izquierdas no se ofrecen alternativas políticas creíbles para hacer frente a una situación tan grave como la actual.

A la vista está que las recetas conservadoras no son ni serán nunca la solución para encontrar una salida justa a la crisis económica. Bien lo estamos comprobando en Cataluña, donde Artur Mas, crecido tras la inesperada victoria de CiU en estas elecciones, acaba de anunciar un sustancial incremento de impuestos y tasas que gravará por igual a toda la ciudadanía, y con un nuevo recorte salarial para todos los empleados públicos. Y bien lo estamos comprobando también en toda España con la reacción de los insaciables mercados financieros, que siguen encareciendo el coste de nuestra deuda pública.

En los próximos meses el socialismo democrático se jugará su futuro inmediato en nuestro país. Se lo jugará el PSOE en su congreso del próximo mes de febrero y se lo jugará también el PSC en su propio congreso del próximo mes de diciembre. En ambos casos no se trata sólo, ni fundamentalmente, de encontrar los liderazgos adecuados. Se trata de recuperar la identidad perdida de la izquierda, desde unas posiciones inequívocamente socialdemócratas que sean capaces de dar respuesta a una crisis económica sin precedentes. Respuestas desde la izquierda, y por tanto con todo el coraje necesario para plantar cara al liberalismo salvaje. Y esto representa mucho más que un punto y aparte. Esto exige abrir un nuevo capítulo, con borrón y cuenta nueva. Puede exigir incluso empezar un nuevo libro.

Jordi García-Soler es periodista y analista político