Los minisueldos van mucho más allá de una innovadora oferta laboral, son la puerta de entrada a un nuevo mundo, a un catálogo de revolucionarias ideas que supondrá un vuelco total en la economía occidental. Todas las áreas de la economía y la sociedad deberán irse adaptando a esta nueva categoría social del minisueldista, y ya saben que cambio equivale a oportunidad.

Las universidades deberán adaptar sus estudios a esta nueva etapa. Así, en las facultades de arquitectura se implementarán nuevas asignaturas para que los licenciados construyan miniviviendas al alcance de los miniasalariados. En ingeniería ocurrirá lo mismo, nuevos diseños de minineveras y minilavadoras para los minipisos o minicoches para los miniaparcamientos. La industria sanitaria tampoco escapará a la imprescindible metamorfosis. Los médicos deberán aprender a recetar minitratamientos para las minibajas que se podrán tomar los miniobreros.

A fuerza de reducir espacio, comida, luz y sanidad, con el tiempo, por pura lógica darwiniana, solo sobrevivirán los trabajadores más mini, así que en unos siglos, lo que ahora es mini pasará a ser normal o incluso grande, y la confederación de empresarios podrá dar un nuevo giro a la tuerca de la evolución capitalista y propondrá los microsueldos, nueva sangre que revitalizará las venas del sistema.

Y con tanto reducir por el lado de los asalariados, el espacio libre que se creará en el costado opuesto será enorme. Conseguir llenarlo supondrá también una gran empuje del crecimiento económico. Se construirán casas mas grandes, con enormes garajes para gigantescos coches y lujosos hospitales en los que pasar los larguísimos y costosos tratamientos de gran salud. Desde los tiempos de las pirámides es bien sabido que muchos minisueldos suman un gran beneficio.