La Junta Electoral Central hurtó a los ciudadanos de Cataluña una oportunidad excelente de conocer en profundidad, horas antes de que se abrieran las urnas, a sus políticos más relevantes. ¿Por qué impidieron los miembros de la Junta Electoral ese cara a cara, cuando ya había habido dos en marzo de 2008 entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy y, en el año 1993, otros dos entre Felipe González y José María Aznar? Y cuando la mayoría de los ciudadanos está, por supuesto, a favor de lo que en 1960, por primera vez en la historia, protagonizaron –en televisión de blanco y negro- John F. Kennedy y Richard Nixon.



Factor decisivo
La Junta Electoral Central ha vuelto de nuevo a convertirse en un factor muy importante, decisivo incluso, respecto a las elecciones de mañana, 22 de mayo de 2011. Ha intentado, ni más ni menos, que suplir al Ministerio de Interior ordenando el otro día que fuera desalojada la Puerta del Sol y ahora lo mismo. Por fortuna, el ministro de Interior y vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba,  argumentando de forma clarividente que la Policía está para resolver los problemas y no para crearlos, consiguió que no se transformara la Puerta del Sol en un ring incontrolable entre policías y jóvenes manifestantes del movimiento 15-M.



Argumentos bizantinos
La Junta Electoral Central se ha pronunciado otra vez anunciando que ni en el día de reflexión, hoy sábado, ni el 22-M, jornada de votaciones, debe haber manifestaciones o concentraciones. Es posible, casi seguro, que el criterio de la Junta se sustente en respetables planteamientos jurídicos, pero no deja de ser probable que estemos ante un ejercicio de argumentos bizantinos. ¿No se dan cuenta los integrantes de esta Junta –o  prefieren no enterarse- de que el lamentable espectáculo de los  agentes antidisturbios, cargando contra los pacíficos jóvenes airados, no conduce más que a la crispación y a una pésima imagen de la España democrática, capaz de amordazar a los disidentes a porrazos?

Baile de bastones
El  Partido Popular y su plataforma mediática están deseando la confrontación callejera de policías y manifestantes. Enarbolan la bandera de la legalidad, pero ansían un gran baile de bastones, que inmediatamente sería recibido por la derecha como otro pecado grave en la cuenta de Rubalcaba. Recuérdese que Rubalcaba es el blanco de todas las iras ultramontanas.

El 13-M
Así piensan los derechistas. Si no interviene la policía para desalojar la Puerta del Sol,  malo porque su deber era garantizar el orden público. Y si interviniera, también, porque -dirían- el Gobierno tendría que haber actuado con firmeza contra los rebeldes y no instrumentalizarlos para repetir el 13-M de 2004.  La demagogia de los genoveses es infinita. Por cierto, ¿metería Rajoy  en la cárcel a los jóvenes heterodoxos? Cuando Rajoy viene a decir que si él fuera el ministro de Interior, haría cumplir la ley, olvida que él ha contribuido, y mucho, a que no cumplieran la ley ni Paco Camps ni  sus secuaces de la Gürtel.



En plena campaña
La Junta Electoral, en todo caso, miró hacia otro lado cuando fue autorizada –en plena campaña electoral- la manifestación del  pasado sábado, promovida por Jaime Mayor Oreja,  el camarada Alcaraz y los de siempre. Es decir, nos referimos a todos aquellos populares que se dedican a insultar al Gobierno comparando a Zapatero con los terroristas y atacando brutalmente a los progresistas en general, en nombre de las víctimas del terrorismo. Vaya, vaya, con la susodicha Junta Electoral Central. Da la impresión de que actúa en ocasiones aplicando la ley del embudo. Proclama que sea desalojada la Puerta del Sol, mientras calló cuando el facherío montó otra de sus manifestaciones infumables.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM