ETA, desarmada
Bien. Parece que ahora existe la posibilidad real de resolver un viejo conflicto político. Ningún gobierno responsable y práctico renunciaría de antemano a esa posibilidad. Básicamente, porque la organización terrorista –o lo que queda de ella- se ha percatado de que su tiempo de bombas y tiros en la nuca se terminó. La sociedad nacional e internacional y su evolución han terminado por dejarla sin camino en esa deriva asesina que tomaron hace ya más de cuarenta años.

Ha sido la propia sociedad la que ha desarmado a un grupo de iluminados fanáticos que creían se podía construir algo sobre la sangre inocente y sobre la desgracia de todo un pueblo.

Ahora, conscientes de la nueva realidad sin posibilidad de retorno, buscan otras vías como única salida que les queda.

El Estado, vencedor
Esta posibilidad de desarme total, por lo tanto de entrega de las armas, es la que, al parecer porque con asesinos nunca se sabe bien, es lo que siempre soñó la democracia española y, desde luego, todos los gobiernos que lo fueron con el régimen de libertad.
¿Se puede negar al Ejecutivo que, al menos, explore (con luz y taquígrafos) si esa posibilidad existe? ¿Hay cabeza humana en su sano juicio que pueda discutir al Gobierno que verifique si esa vía es real sin pagar ningún precio político al respecto? ¿Se puede acaso disparar contra un gobierno democrático y práctico por el simple hecho de abrir esa ventana para ver, oír y en todo caso hablar?

Realismo
Todos los gobiernos desde la muerte del general Franco han intentado de una forma u otra acabar con la banda asesina. Ninguno lo consiguió ni por lo civil ni por lo militar. Ahora sí, con todas las reservas, pero sí…

Tengo para mí que Mariano Rajoy, que conoce muy bien esa historia (fue ministro del Interior) y es hombre experimentado y receloso, no va a dejar escapar una oportunidad para ser el primer ministro que se pueda colgar la medalla de que durante su mandato ETA entregó las armas. Vuelvo a insistir: sin pagar precio político, sin mancillar la dignidad del Estado y sin ofender nunca la memoria de las víctimas. Porque nada habría más honorable para esas víctimas que ver y comprobar que ETA desaparece.

Presos
En esta triste historia de nuestra Historia los presos etarras, que son unos cuantos, juegan un papel decisivo ante la banda. Tiene su lógica en cualquier caso. Su acercamiento a las cárceles del País Vasco supone desde mi punto de vista un precio escaso si finalmente con ello los asesinos piden perdón, entregan las pistolas, levantan las manos y sin rinden.

La manipulación interesada en un tema como este es cosa de otros. Y dejan patente su indignidad y sus espurios intereses.