Un señor llamado Jordi Pujol i Soley, casado con Marta Ferrusola, decía hace muchos años, el día de su boda, lo siguiente: “Un día quizá tenga que pasar Cataluña por encima de nuestro matrimonio”.

El escenario actual, con la izquierda de ERC, la derecha de Junts per Cat y los antisistema de la CUP, ha superado lo que había anticipado en el libro Jordi Pujol, un político para un pueblo, en el que se describe la idea que tenía de Cataluña ese supuesto santito: “Esta concepción de Cataluña está más allá de derechas y de izquierdas, más allá de los convencionalismos de la política de partidos, más allá de los cálculos electorales”.  

Jordi Pujol fue el principio de casi todo. No porque el nacionalismo catalán empezara aquel día, ni mucho menos, sino porque fue uno de los puntos de inflexión que nos ha llevado a la situación brutal actual. Otro hecho determinante, sin duda, fue el recurso presentado por el PP ante el Tribunal Constitucional contra el Estatut de Catalunya, a raíz de una millonaria recogida de firmas, con Mariano Rajoy Brey y los suyos al frente.

El día de su boda, Pujol dejó claro también que Cataluña era él y que él era Cataluña, convirtiéndose así en un líder mesiánico. Y de aquellos polvos, llegaron estos lodos. Desde el nacionalismo español se ve al conjunto del nacionalismo catalán como un movimiento de izquierdas. Presos de un falso silogismo, en el que caen por ignorancia o interés, los Casado, Rivera y Abascal creen que todo lo que se opone a sus ideas tiene que venir forzosamente de la izquierda.

La realidad es que la izquierda nacionalista catalana está muy alejada de los valores de la derecha, aún vivos desde la época de Convergència. La pía, para algunas cosas, Marta Ferrusola, además de asistir a la canonización de José María Escrivá de Balaguer, propició las subvenciones a quince colegios vinculados al Opus Dei. Pues bien, esas subvenciones se siguen manteniendo gracias a que los diputados de ERC, en el Grupo parlamentario compartido con la antigua Convergència, en contra de la propuesta presentada por el grupo de la izquierda no independentista. El apoyo al bloque de la independencia, por encima de las ideas propias.

Jordi Pujol es quien potenció en la sociedad catalana el concepto de nación. Las palabras tienen la carga de significado que también le da quien las pronuncia. Y con eso jugó el molt honorable, ya que nación es el conjunto de personas de un mismo origen, que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. Nada que reprochar, entonces, pero todos sabemos ahora con qué intención se utilizaba esa palabra.

Lo que en todo caso estaba haciendo Jordi Pujol, junto con su familia, era velar por su propio interés, sobre todo el económico. Y mientras tanto, como se trataba casi de una religión, pocos se atrevían a cuestionarlo. Y si lo hacían, como Pasqual Maragall, se veían impelidos a pedir perdón y a rectificar.

Hoy sabemos la verdad de los Pujol, pero su semilla ha germinado y es una planta independiente, nunca mejor dicho. Se viven días difíciles en Cataluña. Es muy doloroso ver las calles sobre todo de Barcelona incendiadas y un president como Quim Torra que, al dictado de Carles Puigdemont, comprueba cómo los violentos a los que arengó se le escapan de las manos.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com