La pasada semana, en un acto acogido por el periódico La Razón, se celebró la presentación del libro publicado por el actual presidente de la República Argentina, Javier Milei. El acto no fue un evento menor, y entre importantes personalidades de la derecha tradicional española, contó en la primera fila del público con la presencia de Esperanza Aguirre y Santiago Abascal, con quien el mandatario argentino se fundió en un cariñoso abrazo antes de comenzar el acto.

Y no fue un evento menor porque evidenció, de manera autorreivindicativa además, la existencia de la llamada Internacional Ultraderechista que viene denunciando el Presidente del Gobierno. Y es que resultaría hasta enternecedor ver a Milei y Abascal abrazarse y sonreírse con tal grado de complicidad si no fuera porque tanto amor compartido lo que esconde es el discurso del odio.

El presidente Argentino fue presentado por Paco Marhuenda, una figura que ejercía en la foto de nexo con el conservadurismo tradicional español de décadas anteriores. Por otro lado, a modo de interlocutor en el acto se encontraba Juan Ramón Rallo, conocido influencer de ideología ultraliberal que dedica su actividad en las redes a extender la idea de que España no es una democracia, entre otras cuestiones.

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En definitiva, pudimos asistir a la escenificación del abrazo final entre ideologías distintas, durante gran parte de la Historia, incluso antagónicas, como son el conservadurismo y el liberalismo. Un matrimonio de conveniencia durante las últimas décadas, pero que ahora se consuma desde el convencimiento de haber encontrado su verdadera razón de ser:

“En lugar de estar tan preocupados por las diferencias que podamos tener en este lado de la vida, no dejemos que el lado oscuro, negro, satánico, atroz, espantoso, cancerígeno que es el socialismo nos gane”. Con esa frase dio fin al evento Javier Milei, arrancando el aplauso del público. Casi nada. Esta declaración, explícita, clara y decidida, tan propia de la personalidad impredecible y directa del mandatario argentino, no supone más que la verbalización de la única y verdadera prioridad política de la derecha española, encarnada allí por Santiago Abascal y Esperanza Aguirre: erradicar el socialismo.

No erradicar la pobreza, la desigualdad, la violencia, la discriminación… no, el socialismo. Ese terrible, “satánico y cancerígeno” monstruo que nos somete a todos y nos aleja de “las ideas de la libertad” encarnado por el malvado Pedro Sánchez y su “sanchismo”. El único problema es que en este país, tan gigante enemigo ha sido refrendado en las urnas y ha logrado una mayoría parlamentaria para hacerse cargo del gobierno español y aplicar sus políticas. Como durante la mayor parte de la democracia, por cierto. Los que hemos votado, en libertad y respeto a nuestras ideas a Pedro Sánchez, somos los “colectivistas” como llama Milei a todos los que no pensamos como él, a los que directamente nos sitúa “al otro lado de la vida”. Es decir, el enemigo a batir.

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En este contexto, es llamativo ver cómo en España la derecha se empeña en centrar sus esfuerzos en tratar de derribar la figura de Pedro Sánchez en un desesperado intento de personificar en él todos los males del mundo. Dibujan un personaje ególatra, manipulador, sin escrúpulos, amigo de terroristas y separatistas, ahora además corrupto y ladrón. La realidad, sin embargo, es otra muy distinta. La verdad es que Pedro Sánchez no importa. Pedro Sánchez es, solamente, la persona al frente de un proyecto político que la derecha detesta, odia, y anhela destruir, como pudimos escuchar de la boca de Milei.

Pedro Sánchez es el secretario general de un partido como el PSOE, con más de 140 años de historia que nació en el seno de las reivindicaciones del movimiento obrero que se levantó contra la indignidad. Un partido que luchó por la democracia, la libertad, la dignidad de las personas. Un partido cuyos militantes sufrieron la persecución, y que pagaron hasta con la vida el haber exigido una vida digna. PSOE son unas siglas que durante décadas, han recogido las sensibilidades de gentes distintas, de todos los lugares de nuestro país. Personas que no queríamos conformarnos con una sanidad que no fuera universal y de calidad, que no queríamos que el acceso a la educación fuera un privilegio, que defendimos el derecho a amar, a abortar. Personas que no entendimos por qué el Estado podía rescatar con miles de millones de euros a Bankia pero no a las familias trabajadoras, que dijimos basta a la corrupción de M. Rajoy. Ciudadanos que sentimos dolor al ver las imágenes del 1 de Octubre en Catalunya y la herida tan profunda que dejó en nuestro país. Españoles y españolas que sentimos orgullo de que cuando aún todo el mundo callaba nuestro Presidente del Gobierno fuera hasta Israel para exigir el respeto de los derechos humanos y el fin de la masacre de decenas de miles de niños inocentes. Seres humanos que entendemos que debemos afrontar la emergencia climática para que nuestros hijos puedan heredar un mundo donde vivir, y que esto, la realidad, va mucho más allá del “yo”, de cada uno de nosotros y nuestro supuesto derecho a dominar el mundo.

Todos nosotros, “colectivistas”, “zurdos hijos de puta” como nos llama el mandatario argentino, somos personas que no pensamos como ellos, que creemos que el Estado es la herramienta a través de la cual la humanidad puede organizarse de manera coherente, que defendemos la cooperación y la fraternidad frente a la supuesta mayor eficiencia de la competencia agresiva y despiadada que viene ejerciendo el neoliberalismo. No se trata pues, de una lucha contra una persona, unas siglas o una corriente de pensamiento. Se trata más bien, de una cruzada contra todos aquellos que según ellos, suponemos “el cáncer de humanidad”, y que hasta hemos logrado que conservadores y liberales converjan en una misma cosa, cuya existencia se basa en exterminarnos. Detrás de eso, sin embargo, se esconden los intereses de los grandes señores del mercado, el poder financiero, que a través de sus propios medios de comunicación privados envenenan a las sociedades inoculando odio a través de la difamación, las injurias en la denunciada “máquina del fango”. Todo, porque tras la crisis económica que ellos provocaron, la ciudadanía ha decidido votar opciones políticas cuyos gobiernos les han hecho pagar las consecuencias a través de impuestos extraordinarios, y porque a pesar de estar ganando más dinero que nunca, no están dispuestos a que las clases trabajadoras decidan el destino del mundo porque para ellos, que son ricos y pueden influir en la economía mundial, el poder les pertenece.

Estamos a las puertas de las elecciones europeas, y tuvo lugar con ceremonia incluida el matrimonio entre derecha y ultraderecha, conservadores y liberales, neofascistas y señoritos. Un refrito que te dice con quién te puedes casar o si puedes o no abortar, pero que las facturas del médico te las pagues tú, y que además si no estás de acuerdo, eres un “cáncer satánico”. Decía Javier Milei “No dejemos que el lado oscuro, negro, satánico, atroz, espantoso, cancerígeno que es el socialismo nos gane”. Bien, aceptemos el reto. Ganémosles.