El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, ha cumplido sin tardanza una regla no escrita según la cual un varapalo electoral de campanillas, incluso aunque no sea una elección parlamentaria, obliga a presentar la dimisión al jefe del Estado. Y lo hizo en cuanto se conoció el domingo la envergadura de la derrota socialista en las municipales.

Semejante diligencia observó también el presidente Hollande, quien quiso así confirmar indirectamente cómo le había afectado el “tsunami”. A primeras horas de la mañana del lunes ya trascendía en los porosos círculos políticos parisienses que Manuel Valls, ministro del Interior (y nacido en Barcelona hace 51 años de padre catalán y madre italiana) sería el nuevo jefe del gobierno.

Curiosamente, la designación parece obedecer a la pura lógica política: según todas las encuestas es el mejor valorado de los ministros y el único que pasa ligeramente del 50 por ciento de aprobación popular… sin duda por su política de rigor en materia de inmigrantes ilegales, “rumis” ambulantes y delincuencia de barrio.

Crecimiento y desempleo
Con poco gusto por los matices, gran parte de los comentaristas  han visto en la rápida designación de Valls otro dato de la  “derechización” de Hollande, quien habría claudicado o algo así ante las exigencias de Berlín en materia de gestión económica y habría sido, sencillamente, persuadido de que un apoyo a la producción, o sea a las empresas, es la mejor manera de crear empleo.

En su ya célebre discurso de 15 de enero pasado, Hollande anunció un ahorro de 50.000 millones de euros en gasto del Estado de aquí a 2017 (es decir, lo que resta de legislatura) cuyo eje central es la fuerte rebaja de impuestos a las empresas: un catorce por ciento este año y un veinte el siguiente.

La cifra es algo más del cuatro por ciento del gasto estatal  y Hollande fue categórico en esto, solo espera que se cree empleo, se faciliten más fórmulas de acceso al trabajo de los jóvenes y “se recupere la fortaleza económica de Francia”. Ahora mismo hay algo más de 3.300.000 franceses oficialmente desempleados y el paro subió el año pasado un 4,4 por ciento. Muy malas cifras…

Política y economía
Así las cosas, y aunque se asuma que Valls representa el ala más “social-liberal” del gobierno (lo que le valió en su día en las primarias para buscar un candidato presidencial socialista un rápido fracaso entre las bases) eso no significa que su gestión económica sea necesariamente contradictoria con los mínimos de un programa de inspiración social-demócrata. En otras palabras, Valls ha sido un enérgico y adusto ministro del Interior con énfasis en el orden público pero no es imposible que sea un progresista en materia económica.

Todo está por ver y, antes que nada, quien le ayudará como ministro de Economía, si Pierre Moscovici, que también lo es de Hacienda, sigue o sale del gobierno, si Bernard Cazeneuve continúa en Presupuestos y qué pasa con la imagen animada y protestataria del gobierno, Arnaud Montebourg, para quien creó el presidente una extraña cartera de “Recuperación Industrial” que pasa por ser una anecdótica trinchera para el discurso anti-globalización . Lo seguro es que la ecologista Cécile Duflot, ministra de Vivienda, se irá por razones de incompatibilidad política con el nuevo jefe...

Terreno acotado
Los dos primeros años de Presidencia Hollande han confirmado el pronóstico de que su gestión se enfrentaría en seguida con el gobierno económico europeo, la “troika” y el Bundesbank, es decir con una falta de autonomía que se acepta como inevitable en la UE.

Hollande, por lo demás, asumió en seguida que no había margen de maniobra para introducir cambios y encabezar algo así como una fronda anti-Merkel en la cúspide de la UE. En términos de “realpolitik” eso no cambiará previsiblemente con Valls en Matignon. Las cartas están echadas, el terreno, acotado por quien puede y todo indica que el plan económico de Hollande, el de enero, seguirá siendo la brújula del nuevo gabinete…. Con la esperanza de que baje el paro. Eso ha sido – el auge del desempleo – la explicación central del fracaso el domingo y será la base de toda eventual recuperación…


Elena Martí es periodista y analista política