Entre la larga lista de damnificados por la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, por mucho que él quiera vestirla de revolucionaria democracia, están, además de los miles de ciudadanos anónimos que huyen de su país a diario, todos los grandes intelectuales, escritores, periodistas y exguerrilleros que un día ayudaron a derrocar al dictador anterior. Figuras como el Premio Cervantes de las Letras, Sergio Ramírez, o la internacional poeta y narradora Gioconda Belli. El joven poeta William González, orgullo de sus letras, que son las nuestras, en España y cosechador de algunos de los premios más importantes de poesía joven como el Hiperión, recibe a diario amenazas de muerte en redes, y contra los familiares que le quedan en su país. Ni siquiera sus muertos más ilustres, como el sacerdote, poeta y escultor Ernesto Cardenal, una de las voces más preeminentes de la poesía hispanoamericana, y la gran figura de la Teología de la Liberación escapa, ni después de muerto, de la saña y persecución del siniestro matrimonio Ortega-Murillo.  

La prohibición de que exista en Nicaragua una sede de la Fundación Internacional Ernesto Cardenal, puesto que ni en vida, ni en muerte se han dejado fagocitar por el régimen, han hecho que, en cooperación con la Universidad de Texas, donde se ha revitalizado la cátedra Ernesto Cardenal, y con los leales a la causa nicaragüense de Cardenal en España, se eche a andar en nuestro país su Fundación. Todo esto es en gran medida gracias al trabajo,  la colaboración y esfuerzos personales de figuras como Juan Carlos Moreno Arrones-Delgado, director del área académica de la fundación Ernesto Cardenal, o Alejandro Navarro Cabrera, director del departamento legal y coordinador de programas de cooperación internacional de la fundación Ernesto Cardenal en España, entre otros.

Una de sus primeras actividades ha sido la entrega del Premio Ernesto Cardenal otorgado por la Fundación Internacional Ernesto Cardenal, entidad sin ánimo de lucro, tiene como fin preservar, difundir, organizar y clasificar la obra literaria, filosófica, teológica, y artística del poeta Ernesto Cardenal (1925/2020) así como apoyar la cultura (artes, cine y literatura), los derechos humanos y el empoderamiento de las comunidades a través de la educación y el fortalecimiento de la escuela y valores democráticos. Entre sus premiados anteriores sé encuentran figuras tan relevantes como el Padre Ángel o Pedro Almodóvar. Este año los miembros del jurado y el patronato han fallado el premio de literatura 2023, a favor de la catedrática puertorriqueña, Luce López-Baralt, Doctora en Literaturas Románicas por la Universidad de Harvard, íntima amiga y editora crítica de gran parte de la obra de Cardenal, y una de las grandes figuras internacionales en el estudio de la poesía mística en español y su relación con las literaturas orientales. El currículum de Luce López-Baralt es realmente impresionante. Vicedirectora de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española y académica correspondiente de la Real Academia Española y de las Academias Mexicana y Dominicana de la Lengua. Ha recibido la Orden de Isabel la Católica, el Premio Henríquez Ureña de México, el Premio Ibn 'Arabi de Murcia y las becas Guggenheim, Fulbright y Erasmus, entre otras. Ha sido profesora e investigadora visitante de las universidades de Harvard, Yale, Brown, México, Buenos Aires, Rabat y del Colegio de España en Salamanca, y ha ocupado la Cátedra Emilio García Gómez (Universidad de Granada), la Cátedra Cortázar (Guadalajara, México), la Cátedra Carlos Fuentes (Universidad de Veracruz, México) y la Cátedra Ernesto Cardenal (Universidad de Managua). Es miembro del Consejo de Honor de la Cátedra Mario Vargas Llosa. Ha fundado en su Universidad una escuela de literatura aljamiado-morisca y otra de literatura mística comparada reconocidas a nivel internacional. Luce López-Baralt ha compartido ámbitos académico y amistad con todos los grandes poetas que han sido sus contemporáneos entre los que valdría resaltar a Borges, Aleixandre, José Hierro, Bousoño, Octavio Paz, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Hugo Mujica, Clara Janés, o su gran amigo y maestro Jorge Guillen, entre otros. Su cercanía a Ernesto Cardenal la convirtieron en la mayor experta sobre la poesía del poeta trapense nicaragüense, al que la unió no sólo sus vínculos literarios sino ante todo sus extraordinarias razones espirituales. Este premio, que ha sido eminentemente académico y literario en esta ocasión, han galardonado la labor de Luce López Baralt como aglutinadora, estudiosa y creadora de espacios de encuentros a través del español y su cultura, desde ámbitos internacionales, pero, especialmente, desde la puertorriqueña universidad de Río Piedras, donde fue profesor y recibió el premio Nobel nuestro poeta Juan Ramón Jiménez.  

Resulta necesario, por no decir imprescindible, que España no abandone la causa nicaragüense, sólo el año pasado abandonaron su país 328.000 personas, y este año, aún sin datos concretos, va a superarlo. La persecución de los disidentes y sus figuras de cultura; la disolución de la Academia de la Lengua nicaragüense, e incluso de la Cruz Roja, la suspensión de las relaciones diplomáticas con casi todo el mundo, incluso con el Vaticano, que había mediado hasta el momento, son ejemplos claros de la locura sin límite del matrimonio imperial Ortega-Murillo. Actividades como esta, de la Fundación Internacional Ernesto Cardenal en España, son necesarias para el aliento humano e intelectual de su pueblo, que es el nuestro. Sólo exigir que, de ahora en adelante, los gobiernos y las instituciones nacionales, regionales y locales, se impliquen pública, económica y colaborativamente con esta causa y con esta Fundación, que lleva el legado del español y su cultura a las cotas más altas. Ya no es tiempo de palabras, sino de hechos.