Pero usaron las pistolas el 21 de noviembre del año 2000 y acabaron vilmente con la vida de Lluch, que era, por encima de todo, como un humanista del renacimiento, o del siglo de las luces, y sin duda alguna un demócrata sin fisuras, un luchador de siempre por la libertad. Me permitirás que te diga que tu hija Eulàlia me ha conmovido, mientras leía una entrevista que le han hecho en el diario Público. Tal entrevista fue difundida ayer. Puedes estar orgulloso, Ernest. Su relato es admirable, sensato, mesurado, rebosante de virtudes y de sentido común.

“Padre, se acabó”
Explica el por qué fue hace unos días a la tumba de su padre, en el pueblo de Maià de Montcal, en la provincia de Girona, donde veraneais: “Más que para decirle algo, porque no creo que después de la muerte la gente pueda escuchar o saber, ni que vaya al cielo o alguna parte, he sentido la necesidad simbólica de ir al cementerio y decirle: “Padre, se acabó”. Básicamente lo he hecho por mí misma. Para poder decir bien alto que ya está, que se acabó y que, además, deberán hacer lo que él ya proponía hace once años”. “Ellos –añade Eulàlia- no han pedido concesiones y eso es una diferencia. Pero sí que habría que acercar a los presos, que es algo aprobado en el Congreso desde los años ochenta, es un derecho”.

Todos tenemos que ser generosos
Ernest apostó por el diálogo y ETA lo mató. Su hija subraya, no obstante: “Si no lo acabamos hablando, ¿cómo vamos a acabarlo? ¿Cómo acabó la Segunda Guerra Mundial? Sentados en una mesa. Los dos bandos ¿Cómo acaban los conflictos bélicos? Hay que sentarse a hablar, ser pacientes, prudentes y generosos”.Comprende Eulàlia que “las víctimas también deben ser generosas. Todos tenemos que serlo. Todos tenemos nuestros puntos de vista, nuestros dolores, pero también el mismo deseo de que esto se acabe”.

“Mataban y ponían bombas”
No elude algo que no le gustó del comunicado etarra: “Hay una cosa que no me gusta y es que sólo hablan de sus víctimas. Y habría que decirles: “Perdonen, es que ustedes mataban y ponían bombas”. Aunque entiendo su mentalidad. Acaban de aceptar una derrota. No les ha servido de nada su lucha porque no han conseguido sus objetivos. Lo único que han conseguido es matar a 829 personas. A mí personalmente, que me pidan perdón me sirve de muy poco si no lo refrendan con actos. Pedir perdón es fácil, lo difícil es demostrar que te has equivocado y quieres rectificar.”

No nos confundamos
Eulàlia insiste, querido Ernest, en que “no olviden que ellos han matado a mucha gente y que han provocado mucho dolor (…) En este proceso (…) no tenemos que intervenir, las víctimas somos siempre subjetivas. Este proceso hay que afrontarlo con la cabeza bien fría y siendo objetivos (…) Yo los perdono [a ETA] porque no puedo vivir toda la vida con resentimiento, con odio, con ganas de venganza, porque eso me va a matar a mí también, aunque entiendo que haya otras víctimas que necesiten que les pidan perdón. Lo que no podemos es confundir, como cuando la AVT hacía esas manifestaciones donde se llamaba asesino a Zapatero. No, eso no, no nos confundamos”

Ha ganado la democracia
“Nadie –prosigue la hija de Lluch- se ha arrodillado ante ETA. Pero si ¡hemos ganado! Ha ganado la democracia. Llevan más de cuarenta años matando ¿y qué han conseguido? Matar. Hemos sufrido durante cuarenta años una lacra sin concederles lo que ellos querían por las armas (…) En mi caso pienso en mi padre, que quería que todo esto terminara. Por lo tanto, por su memoria, seré todo lo generosa que sea necesario, porque el objetivo final es que, para mi hija, que ahora tiene siete años, ETA sea un pasado y no un presente”.

La voz que clama en el desierto
¡Ojalá la voz de Eulàlia y de otras víctimas del terror no sea la voz que clama en el desierto! Querido Ernest, los nobles argumentos empleados por tu hija, cuyo pensamiento de fondo es muy similar al tuyo, tendrían que asumirlos el conjunto de la sociedad española. De lo que se trata es que ETA sea, en efecto, “un pasado y no un presente.”

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM