Es sabido que las obras en casa son una de las causas de estrés. Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados y secretario general del partido, hijo del conde de Valltierra y consorte de la secretaria general de la formación ultraderechista en Madrid, Rocío Monasterio, lo sabe bien. Este promotor inmobiliario, y ahora representante electo por la formación que preside Santiago Abascal, se lanzó a reconvertir una casita tradicional de dos plantas, que adquirió en 2010 en una zona céntrica de fisonomía tradicional de Madrid, y la transformó en un moderno chalé de cuatro alturas dotado, entre otros asuntos, de un sótano acondicionado como estudio en el que, según ha trascendido, su señora ejerce su trabajo de arquitecto. El disgusto viene porque ahora el Ayuntamiento madrileño, presidido por el PP, va a clausurarle este sótano, sentencia judicial mediante.

Aunque suene raro, cuando hablamos de un matrimonio de dos profesionales del ramo, pasaron por alto al parecer requisitos básicos como es la licencia de ocupación precisa para utilizar un edificio como vivienda, o la de actividades económicas que es necesaria para implantar una oficina o cualquier otro negocio. La regidora era Ana Botella, cuando en 2014 el político intentó conseguir la licencia de ocupación. Algo no debía ir bien, porque el proceso se alargó en el tiempo sin éxito. Según el expediente urbanístico, el diputado de Vox solicitó cuatro veces la licencia, aunque, y ahí por lo visto radica el problema, sin aportar la documentación precisa. O desde el punto de vista del juzgado de lo contencioso administrativo número 14 de Madrid, porque “no cumple con los requisitos legales”. Decisión inapelable ya.

 Parecería que se le olvida que el cumplimiento de la ley no es a la carta, que aquí, en su país, también tiene que hacerlo

Espinosa de los Monteros es, quizá, el más beligerante de su partido, al menos en los medios, contra la inmigración ilegal. Su discurso xenófobo, que incluye perlas como los inmigrantes no tienen dignidad, lo basa en la exigencia del cumplimiento escrupuloso de la ley. Alguna vez, hasta presumió en Twitter, cómo no, de cumplirla allí donde viaja, equiparando la migración generada por la pobreza o las guerras, con el turismo. Parecería que se le olvida que el cumplimiento de la ley no es a la carta, que aquí, en su país, también tiene que hacerlo.

No es el único disgusto que ha conllevado esta vivienda. Iván Espinosa ha sido condenado dos veces también en vía judicial, por impago de las obras a una de las empresas que la construyeron. La sanción y las costas superaron los 80.000 euros.

El pasado 11 de julio y es de pensar que, con todo dolor de su corazón, el alcalde de Madrid y socio de Vox por acuerdo post electoral, el popular José Luis Martínez Almeida, presidió el pleno que daba la orden de precintar, el próximo 8 de octubre, el estudio de marras. Así las cosas, no se puede evitar pensar en que tenemos dos diputados protagonizando un caso de irregularidad manifiesta, y que por acusaciones mucho menores, más altas torres han caído.  Si algo parecido hubiera ocurrido en otro chalé famoso y dentro de la ley, el de los dos diputados de Unidas Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero, no duden que estaría aún corriendo tinta en los medios informativos de la derechona. No es el caso, y habría que preguntarse el porqué.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com