Si el Gobierno español aprueba una ley de amnistía a favor de los independentistas catalanes procesados, los españoles se acaban. Lo leyó Isabel Díaz Ayuso en la redacción que Miguel Ángel Rodríguez le escribió para su exposición del jueves en el Senado. No ha dicho que puede que desaparezcamos, no, no ha dejado lugar para la duda: pronto no habrá españoles.

Hacer desaparecer a 47 millones de personas en poco tiempo no es tarea fácil, hay que tener una muy buena organización y unos medios materiales soberbios para conseguirlo. La Alemania nazi y la Rusia de Stalin quizá sean los países que más se han acercado a una eficiencia semejante, pero eran otros tiempos, mucho más laxos con las técnicas de exterminio que son necesarias para semejante magna obra.

Miren ustedes, por ejemplo, lo que le está costando a Israel acabar con los palestinos, pese al total apoyo de los Estados Unidos y de Europa. Después de casi ochenta años de duro trabajo ahí siguen erre que erre sin conseguir avances significativos, aunque en los últimos días parezca que el progreso se ha acelerado. La regla de que por cada israelita asesinado se asesine a 100 o 200 palestinos podría parecer sobre el papel suficiente para que el objetivo se hubiera conseguido hace tiempo, pero la realidad es otra, el empecinamiento de la gente en mantenerse viva siempre se infravalora en los estudios previos que realizan los expertos.

Para afirmar con tanta rotundidad que si el Gobierno perdona a Puigdemont y a los otros independentistas catalanes los españoles dejaremos de existir, quizá Ayuso se haya dejado llevar por los buenos resultados de su experiencia personal. Pero no es lo mismo dejar morir sin asistencia médica a 7.291 ancianos enfermos, sin posibilidad de moverse y sin ninguna ayuda externa, que aniquilar por las bravas a 47 millones de personas, la mayoría de ellas jóvenes, sanas y organizadas.

Pero bueno, habrá que estar atentos porque en lo de acabar con españoles nadie tiene más experiencia que la derecha de este país. Cuarenta años de máster les tienen que haber servido para algo. De todas formas, y hablo desde la más absoluta inexperiencia, no veo yo en qué manera puede influir que Puigdemont y compañía vuelvan a la casilla en la que estaban antes de la declaración de independencia, sin haber conseguido absolutamente nada y con el agravante de que ahora no tienen apenas poder en Cataluña, para que los españoles desaparezcamos. Pero que sabré yo de genocidios.