La crisis va incubando el huevo de la serpiente y los infames evocadores de los nazis, fascistas, nacional socialistas… van tomando el hueco que el descuido y la insolvencia de los políticos entontecidos por el sistema deja. Su falta de arrojo, hace enrojecer gargantas y erguir los ánimos de la desesperación, el caos toma cuerpo ¡aviso para navegantes!
Y precisamente de navegantes y más zozobras venía el título del artículo. Por fin Letta, acompañado de Barroso, borroso en europeo, ha cumplido el deseo de la alcaldesa de Lampedusa de acercarse a la isla a acompañarla a contar cadáveres, y de camino soltar unos euros del presupuesto comunitario. Como lo que dice el Papa va a misa, y desde que se hacen entender por los humanos, hasta se corea en el graderío. ¡Qué vergüenza!
Barcazas, cayucos, pateras donde la brisa es sal y el viento incertidumbre, vienen amontonando cadáveres en nuestros rebalajes. Fotos para nuestros dominicales, llantos lejanos y conciencia cauterizada. Borges nos cuenta en la Historia Universal de la Infamia, la barbarie criminal de un patrono español, que embarcaba chinos para llevarlos a América, y en llegando a alta mar, los arrojaba a los tiburones, para volver pronto, tras pintar el barco, a por otra remesa y llenar el cofre. Doscientos años de diferencia nos contemplan, mucho móvil y mucha web, pero todavía nos sobra el desparpajo de solo decir lo siento. ¡Qué vergüenza!
De la isla Giglio a casi un millardo de euros, se han llevado los restos de otro naufragio desaprensivo, el Costa Concordia, un oxidado de vocación titánica. Barcazas y cruceros se cruzan en alta mar, unos con nocturnidad y otros sin alevosía, unos hambrientos y otros a barra libre, unos los deportaremos y otros los vemos en coche de caballo, mientras el negro vestido de gitana, sin papeles, les trata de vender unos moqueros de papel. ¡Qué vergüenza!
* Curro Flores es asesor cultural de Málaga