El triunfo del Partido Socialista ha sido aplastante, pero al no haber conseguido ni el Ayuntamiento ni la Comunidad de Madrid, sus buenos resultados, dejan un sabor agridulce. En todo caso, no es una exageración afirmar que el poder de Pedro Sánchez se ha consolidado.

Del resultado electoral, pocos pueden sacar mucho pecho, salvo casos puntuales. Como el de José María González (Kichi), alcalde de Adelante Andalucía en Cádiz; el de Joan Ribó, alcalde de Compromís en Valencia; los de Emiliano García Page y Guillermo Fernández Vara, que repiten como presidentes en Castilla La Mancha y en Extremadura, y otros más.

La sorpresa de la noche la dio el Partido Popular al hacerse con la Autonomía y el Ayuntamiento de Madrid. Con esta doble victoria, Pablo Casado sobrevive, y los críticos de su partido tendrán que olvidar sus intentos para que regrese a casa. La izquierda, una vez más, ha sido víctima de sus propias divisiones. La continuidad del líder popular se jugaba en Madrid donde, como en Andalucía, ha perdido una cantidad ingente de votos. Pero la suma mágica de las tres derechas de Colón, le permitirán mantener la Comunidad y recuperar el Ayuntamiento.

Algunos prefieren vivir en su mundo de fantasía. Como el presunto diario La Razón que abría su portada con este titular, Casado gana la segunda vuelta. Un análisis de una realidad paralela. A su vez, Ciudadanos, determinante en cada circunscripción en la que pueda gobernar la derecha, no logra el ansiado sorpasso. Quizá Rivera siga sin hacer caso de los resultados y se autoproclame, una vez más, líder de la oposición. El problema que tiene es que, esta vez, no podrá pasar página rápidamente, para encarar las siguientes elecciones, porque no están previstas nuevas convocatorias en un futuro cercano.

Son los vicios de la izquierda de siempre, llevados a cotas de fragmentación nunca antes alcanzadas.

Vox, que había puesto las expectativas demasiado altas en las generales y se había llevado un buen golpe, repite. Un bajón importante de votos que, de todas maneras, le permitirá ser decisivo a la hora de formar gobiernos de derechas. Y esta vez, según Iván Espinosa de los Monteros, no se quedarán solos en la investidura. Querrán sus carteras. Dios nos libre. Han rematado su día con un mensaje vergonzoso y ofensivo en las redes sociales: “Ya hemos pasao”, con una imagen de Madrid detrás. Ellos, que acusan a la izquierda de querer reabrir viejas heridas, que es evidente que no están cerradas, viven instalados en el guerracivilismo. Y, por supuesto, toman partido por el franquismo. No nos merecemos esto.

Lo de Podemos ha sido la crónica de una muerte anunciada. Se podría dejar en herida gravísima, porque en política nunca se sabe. Las divisiones y las divisiones de las divisiones nunca pueden traer nada bueno. Son los vicios de la izquierda de siempre, llevados a cotas de fragmentación nunca antes alcanzadas.

El triunfo del PSOE queda meridianamente claro en las elecciones europeas, en las que hay circunscripción única. Aquí no se depende de pactos y luce mucho más el lograr casi el doble de escaños que el segundo. Y es en Europa donde los votantes, a diferencia de España, han puesto un cordón sanitario a la ultraderecha. El enfado con populares y socialdemócratas no ha beneficiado a los radicales. La gente ha optado por una tercera vía, a pesar de los triunfos puntuales de los partidos de Le Pen, en Francia, y de Salvini, en Italia.

Una de cal y una de arena. En España, mientras la socialdemocracia goza de buena salud, la derecha se transforma en ultraderecha para poder gobernar. Los próximos días aclararán más el panorama. O lo oscurecerán.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com