Bien mirado el presidente del Gobierno se podría haber ahorrado los días posteriores a su investidura como jefe del Ejecutivo. La continuidad de los elementos claves dentro del poder gubernamental no se apartan un ápice de los marcados en la anterior legislatura.

Lo esencial permanece.

Caídos

La necesaria y perentoria caída de los ministros de Asuntos Exteriores e Interior era algo ampliamente sabido pese al hermetismo que para estas cosas se conduce el primer ministro. García Margallo había hecho imposible su continuidad por su enorme habilidad para meterse en todos los charcos, además, teniendo en cuenta su deriva personal, sus enfrentamientos a diario. Ello pese a mantener su amistad personal con el comandante en jefe.

Lo de Fernández Díaz era algo igualmente descontado. A la dureza de dirigir un departamento como Interior se han sumado no pocos errores.

La vicepresidenta

Soraya Saénz de Santamaría ha salido muy reforzada políticamente pese a determinados comentarios. Mantiene el grueso de su poder fáctico (CNI incluido) y suma la responsabilidad de lidiar a partir de ahora con el principal desafío del Estado: poner coto a la deriva secesionista catalana. El hecho de que la portavocía del Ejecutivo pasa a manos de Iñigo Méndez de Vigo es un favor que le ha hecho el Presidente. No tendrá que defender algunas cosas indefectibles del resto de sus colegas.

Cospedal

Tampoco sale mal parada, sobre todo, si dentro de unos meses logra mantener la secretaria general del Partido Popular. Ha conseguido un ministerio de los considerados de “Estado” y de paso introduce en el Gabinete personas de su confianza como el nuevo titular de Interior o la catalana Montserrat. Su teórica pugna con la Vicepresidenta–en cualquier caso con menos agresividad de lo que pudiera colegirse de algunas informaciones al respecto-se salda en tablas porque al final Rajoy reparte el juego con cierta y descriptible sutileza. Su gran prueba vendrá a finales de febrero 2017 cuando se celebre el XVIII Congreso Nacional del PP.

Lo mollar se mire por donde se quiera es que el área económica continúa en las mismas manos. Cristóbal Montoro es el rey del mambo y Luis de Guindos tendrá que seguir vendiendo la burra en Bruselas. Punto.

Nadie discutía la permanencia de Isabel Garcia-Tejerina, ni de Fátima Báñez y mucho menos del nuevo portavoz gubernamental Méndez de Vigo.

Veremos en breve si los ministros han pillado, en efecto, que ya no pueden mover ni un folio sin consenso y negociación o seguimos en las mismas.

Sobre todo, el papel del PSOE que continúa siendo piedra angular en la legislatura. Por si apoya el Gobierno en determinados asuntos y, por otro, si es capaz de constituirse en oposición real al proyecto gubernamental del PP. En dura pugna con el “Podemos “ de Pablo Iglesia.

¡Menudo combate!