Pablo Casado ha vuelto a encumbrar a lo que los excelentes periodistas Carlos Rigaborda y Nacho Cardero llamaron los PPijos (así titularon su libro), también conocidos como la Generación Agag.
En los últimos años hemos visto, una y otra vez, las imágenes de la boda de Ana Aznar con Alejandro Agag. La relación de muchos invitados con la trama Gürtel, ha llevado aquel acontecimiento al primer plano de la actualidad de forma recurrente. No es casualidad que todos esos personajes estuvieran juntos en una boda de lujo, a la que no faltaron ni el ex premier italiano, Silvio Berlusconi, ni el ex premier británico, Tony Blair.
Y como la naturaleza sigue su curso, un producto de la factoría Agag llega a los primeros puestos, incluso aunque no sea de la cuerda de Pablo Casado. Es el caso de Juanma Moreno Bonilla, marianista pero aupado, en su momento, por el novio de la boda, como podemos leer en el libro antes mencionado. Hoy es la imagen del triunfo –paradojas del peor resultado de la historia del PP en Andalucía- de Casado. Dios los cría…
Nada de lo que hizo Agag hubiera sido posible sin su valedor, José María Aznar. Y es público y notorio que con Pablo Casado ha vuelto, y con mucha fuerza, el aznarismo al PP. Y no solo eso, se trata de un aznarismo radical o, si se quiere, de un aznarismo 2.0. Esa radicalización tiene que ver con la irrupción de Vox, también nacido del mismo padre, y con la lucha por el espacio de ultraderecha.
La derechona en general, y el aznarismo en particular, suelen creerse dueños de lo público, de lo privado y hasta de la gente. Después de la impresentable intervención en la que Casado se ofrecía a explicar a las mujeres embarazadas lo que llevaban dentro, el PP defiende una propuesta miserable en la que se presiona a las inmigrantes sin papeles a entregar a sus hijos a la causa, a cambio de tranquilidad durante un tiempo limitado. Después de múltiples piruetas intentando explicar lo inexplicable, el líder del PP llama a esto fake news, cuando en realidad se llama chantaje, y de la peor calaña.
Demasiado pasivo se muestra el periodismo ante el ataque de Casado. Mal harán los periodistas identificados con la derecha cambiando dignidad por votos. Parece que hubiera miedo a responder como se merece al presidente del PP, debido a que nos encontramos en precampaña electoral y eso puede restar apoyos. Lo cierto es que Casado arremetió contra el El Mundo, uno de sus más grandes valedores, pero el periódico ha optado por mirar hacia otro lado. Es como si Casado hubiera arremetido contra Casado.
En el libro “Los PPijos”, bajo la sombra de Aznar y Agag, aparecían personajes como Eduardo Zaplana, Ana Mato o Lucía Figar. Hoy son sustituidos por Pablo Casado, Teodoro García Egea o Javier Maroto. Esperemos que no acaben como aquellos.
Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com