El PSOE ha explotado hacia adentro (implosión), pero ha sido tan fenomenal el estruendo que ha llegado a todo el mundo la onda expansiva, de tal manera que creemos que este partido se deshace en cien mil pedazos. Pero no es así, la escenificación del drama en la plaza pública solo acaba de comenzar. Esta es una pelea de poder y ambiciones, sí, pero en el seno de una familia, o sea, doblemente cruel. Así que debemos estar advertidos porque habrá largas secuencias de tensión y desgarro. Tantas que hasta puede aburrirse el ojo catódico que tanto disfruta (es un sádico) con los espectáculos de vivas y mueras.

A este viejo partido (137 años) le ha sucedido de todo. La tragedia que se libra en Ferraz estos días tiene antecedentes. El más parecido ocurrió en diciembre de 1935 (la ruptura de Largo Caballero con Indalecio Prieto), continuaba cuando Franco da el golpe de estado de julio del 36 y la herida no pudo ser restañada totalmente hasta que Felipe González y Alfonso Guerra (“los troskistas del interior”) se hicieron con el PSOE en Suresnes.

Estos testarazos periódicos dentro del socialismo español hablan sobre todo de la doble alma que habita en el PSOE: clases populares y obreros junto a pequeña burguesía y profesionales (clases medias) que, con frecuencia, entran en colisión. El PSOE es el yin y yang al mismo tiempo; el viento y la calma; la inteligencia y la ferocidad. No se parece a la derecha conservadora, que defiende cínicamente unos valores y tiene siempre claros sus intereses; ni tampoco tiene semejanzas con la izquierda doctrinaria, fuera comunista ayer, se llame populista hoy. El PSOE, al igual que las contadas entidades sociales nacidas de la II Internacional que sobreviven aún, es lo más parecido a la utopía política que alumbró el siglo XIX.

Lleva bastantes años desubicado, ayuno de ideas y sometido a un imparable bombardeo artillero desde que apareciera Aznar. Como los convulsos años treinta, estos tampoco son los suyos. Es época de confrontación y personajes excesivos como TrumpChávez o su retoño español Iglesias. Este partido se lleva mal con el gran conflicto y ahora crecen el autoritarismo, la xenofobia y el nacionalismo. Los valores que siempre ha defendido: libertad, igualdad, democracia y protección social vienen siendo achatarrados por los “tanques de pensamiento” neoliberales desde los años ochenta del pasado siglo.

No sabe responder a las preguntas de este tiempo, al igual que sus colegas socialdemócratas europeos. El hombre del momento no quiere oír monsergas del pasado, espera saber qué futuro tiene. Y el socialismo aún no sabe cómo debe ser el estado del bienestar de estos tiempos. Así que algunos de ellos opinan que deben de tirar la toalla, que la socialdemocracia cumplió con su función histórica. Pero se equivocan; mientras existan dominadores y dominados serán imprescindibles fuerzas políticas similares al PSOE, salvo que dejemos gobernar a la furia. Si una grave crisis socialista en el 36 debilitó en gran medida al Gobierno de emergencia de la República que formó Azaña, hoy otro vendaval interno pone la alfombra roja a Rajoy para que inaugure su segundo mandato como presidente del Gobierno.