Pero han bastado unos meses, ha bastado despojarles del poder, unas sesiones de banquillo, para que los antaño imponentes parezcan ahora dos tipos patéticos, dos tipos a los que nadie normal confiaría nada importante. Vemos a Matas sentado en el banquillo, hablando de sí mismo en tercera persona, refiriéndose a sí mismo como “el presidente”; vemos como le traicionan todos aquellos a los que él contrató y pagó y que en su día debieron respetarle y temerle; le vemos incapaz de ofrecer una explicación coherente sobre sus andanzas y le escuchamos contradecirse y balbucear, y nos parece un vendedor  al que los jefes han sorprendido abriendo la caja por la noche. Hasta el traje le queda mal ahora, parece comprado en unos saldos.

Y Camps parece, más que nunca, su propio Ninot. Su legendaria sonrisa es ahora una mueca que da repelús y se ha convertido en un histrión al que el juez ha llamado la atención en varias ocasiones para que deje de hacer muecas y gestos. Ahora que podemos verles desnudos, a ellos y a otros “elegantes” como Urdangarin, y ahora que conocemos la magnitud de sus tropelías, de sus robos, despilfarros, delitos…es como si estos tipos hubieran sido siempre los presuntos chorizos que ahora parecen y no unos políticos mimados y apoyados hasta el final por su partido, y que llegaron a ser uno ministro y los dos presidentes de gobiernos autonómicos. Los dos gobernaron y gestionaron grandes cantidades de dinero público y tuvieron inmensos poderes.

¿De verdad que en el PP no sabían nada de sus tropelías? (Desde mi punto de vista el  PSOE se ha distanciado mucho más claramente de los imputados en el escándalo de los EREs) ¿No había nadie en el partido a quién los comportamientos de estos dos personajes le parecieran inmorales o peligrosos? Al parecer no. ¿No hay nadie que se avergüence y diga nada de los pasados halagos dirigidos por Rajoy y todo el PP hacia estos dos tipos? No. Ahora que están completamente solos nadie del Partido Popular recuerda nada de ellos, de sus amistades inquebrantables, de los halagos expresados en voz alta, de cuando estos dos políticos eran un ejemplo de quehacer político y de honestidad. Los ejemplos de ayer son chorizos de mañana. Quedan muchos otros. Ahí está Fabra, por ejemplo, imperturbable. El PP no retira el apoyo, el halago y la foto hasta que no llega la policía a llevarse al presunto delincuente, y entonces hacen como si nunca le hubieran conocido.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
http://beatrizgimeno.es