El Consejo General del Poder Judicial tiene que renovarse el próximo mes de diciembre. En esa fecha concluye el mandato del actual equipo. Carlos Lesmes, de evidente tendencia conservadora, es el presidente. También preside el Tribunal Supremo.

Son doce los puestos de procedencia judicial que están en juego. Y los candidatos iniciarán la campaña el 5 de agosto. Tendrán que explicar su visión sobre este organismo, muy poco prestigiado últimamente.

La causa de esa dudosa reputación es la poca confianza que los ciudadanos muestran hacia la administración de Justicia en general y la independencia de algunos jueces en particular.

La misión del CGPJ es nombrar y ascender a sus colegas, ocuparse de su formación y velar por su independencia. Durante mucho tiempo, los nombramientos en este organismo han venido de la mano del PP, que se ha empeñado en que salieran los más afines.

Por supuesto, cuando la sentencia de la primera pieza de la trama Gürtel condenó al PP, los dos jueces que no eran próximos fueron señalados casi como unos villanos por las huestes de Rajoy Brey. El Consejo General del Poder Judicial apenas movió una pestaña, como era su obligación.

La situación en el órgano donde se toman decisiones de gran trascendencia apenas ha variado. Es como si el árbitro pitara siempre a favor de los vocales apoyados por la derecha. Todo aquel que fue propuesto por partidos de otro signo, es sospechoso de parcialidad.

Queda claro que el sector judicial no se ha renovado como otros estamentos. Hacen falta vocales independientes que no deban favores a nadie y que trabajen a fondo por los ciudadanos.

A ver si esos magistrados que pelean contracorriente, que son mucho más numerosos, y esa mayoría de mujeres juezas, dan un paso adelante y sustituyen ahora tan rancias señorías.