Susana Diaz, la presidenta andaluza, ha puesto en marcha un estilo de hacer política que hundirá más, si cabe, al PSOE y lo llevará a sus peores momentos.

Quizás su estilo haya triunfado en Andalucía pero España es muy diversa y plural. En primer lugar ha estado meses sin dar la cara y enviando emisarios a Madrid para dar a conocer su poderío. Nos hizo creer que se había conciliado con Sánchez tomando vinos en la Feria de Sevilla cuando en realidad estaba preparando su defenestración.

Cuando habla no explica qué tipo de partido quiere, qué papel quiere jugar en la socialdemocracia, cómo quiere distanciarse del PSC. Desgraciadamente sus políticas son muy populistas en el peor sentido de la palabra y de un nivel más que bajo.

Me duele decir esto por el hecho de que por fin en el PSOE haya una presidenta autonómica mujer (hay otra en Mallorca completamente opuesta a Díaz).

Pero la realidad es que comparándola con personajes como Ángel Gabilondo, Josep Borrell, Manuel Cruz (número 2 por Barcelona), el añorado Maragall u otros muchos, Susana no da la talla en España y ya no digamos a nivel internacional.

Su discurso es hueco, con un nivel cultural bajo y con una falta de solidez abrumadora.

No conoce las diferentes sensibilidades socialistas ni mucho más es consciente de la pluralidad de la que disfruta España. No sabe lo que es Cataluña ni el País Vasco. Ni lo sabe ni le interesa porque cree que toda España es Andalucía y Extremadura y lógicamente está muy equivocada.

¿Se la imaginan en la reunión de presidentes de Gobierno en Europa? Si Rajoy nos ha hecho pasar vergüenza por su falta de preparación, de idiomas y de capacidad de negociación, la verdad es que Díaz podría ser su peor alumna.

Realmente Madrid le queda grande pero ya Bruselas, ni hablemos. Por otra parte una persona que no respeta todas las opiniones que hay dentro del partido no debería intentar tomar el poder escondiéndose en personajes que todavía bajan más el nivel intelectual.

Díaz no puede sentarse a hablar con catalanes o vascos, con intelectuales o nacionalistas. Su visión de la sociedad se lo impide. No tiene mensaje.

Pero quizás lo peor de todo sea su falta de valor ya que no da la cara (a pesar de que va por la vida comiéndose el mundo), para habernos dicho lo que piensa: quiero ser la secretaria general del PSOE y punto. Un PSOE españolista, rancio, poco respetuoso con otras opiniones y falto de nivel intelectual.