"Era un poeta y odiaba lo impreciso”, escribió el maravilloso Rainer María Rilke.  Traigo la cita como pórtico de este artículo de regreso a un medio en el colaboré desde sus primeros andares, de la mano y por la amistad de su fundador Enric Sopena, porque fue entonces mi visión como poeta la que se valoró y quiero que este valor, el de la poesía y su precisión, el de la intuición, que es la mejor parte del animal que aún llevamos dentro, capaz de adelantarse a lo que va a suceder, siga siendo el valor añadido de mi palabra escrita. Otros poetas me precedieron, con mayor talento, por supuesto, en esto de unir poesía y periodismo. Rubén Darío, a cuya vida y obra me he acercado literariamente, fue un avanzado en esto, preconizando los valores del español en el mundo y, especialmente en EEUU-por mucho que le pese con carácter retroactivo a Trump-. También lo fueron Antonio Machado, Ortega y Gasset y, tras la vuelta de la democracia, Rafael Alberti, al que tuve por mentor y maestro cuando sólo era yo un adolescente, entre otros muchos.

Carme Chacón era amiga de la cultura, devoradora de poesía y avanzadilla en la reivindicación de la igualdad

Soy pues “el que faltaba”, en toda la polisemia de la expresión,  en esta semana en la que nos falta una política, Carme Chacón, a la que algunos tratamos en Madrid, como mujer amiga de cultura, devoradora de poesía, y avanzadilla en la reivindicación de la igualdad desde la normalidad del trabajo cotidiano. Eran  los mismos años en los que ELPLURAL.COM se estrenaba en esta entelequia del periodismo digital que hoy es una realidad  mayoritaria y extendida. Chacón  asumía carteras ministeriales de primer orden, junto a otras compañeras como Bibiana Aído,  que fueron recibidas a porta gayola y con despreciables calificativos por los cronistas del más rancio periodismo cavernario del país. Hoy forma ya parte de nuestra historia, y la de los hitos de las conquistas de la mujer en el mundo, el hecho de que una ministra embarazada de siete meses visitase a las tropas destinadas a una misión en Afganistán.

Nada en Carme Chacón resultaba casual, aunque todo en su vida, de nacimiento, fuera inversamente proporcional a lo que su salud y predisposición genética recomendaba. No quiso jamás que su patología cardíaca afectase a su carrera, decisiones, maternidad, ni opciones de trabajo, hasta el punto de que muchos no conocimos, hasta después de haber pasado por la tensionadora responsabilidad de un ministerio como Defensa, su dolencia. Mujer enérgica sin crispaciones, decidida sin aspavientos, supo hacer de su fragilidad fortaleza, y de su sensibilidad, definitiva, en su forma de entender la política.

Supo encajar con la suma, y no con la descalificación, incluso cuando decidió dar un paso atrás

Una vez más fue la primera mujer socialista en dar un paso adelante en su deseo de ser Secretaria General del PSOE. Ya sabemos que perdió frente a su adversario en la contienda, Alfredo Pérez Rubalcaba, y supo encajar con la suma, y no con la descalificación, incluso cuando decidió dar un paso atrás y tomar distancia respetuosa con el proyecto del que fuera secretario general, y luego también del proyecto de  Pedro Sánchez. Tal vez por esa razón su última aparición pública fue para apoyar la iniciativa de otra mujer, Susana Díaz, a la que precedió en su intento de romper otro techo de cristal en el país y en su organización política. Algunos de los que en estos días han perdido la oportunidad de callarse el insulto, de ser respetuosos y dignificarse desde las redes sociales, en lo que forma parte ya del desafortunado historial de la infamia virtual de Twitter, habrían encontrado en ella la contundencia de su serenidad como respuesta.

Carme Chacón amaba la política, la poesía y la vida. Tal vez por eso, a pesar de los disidentes de la dignidad, ha habido consenso en el respeto a su figura, su labor y su trayectoria. Soy poeta y odio lo impreciso. Por eso, con el poder de la palabra, de la metáfora que a veces se encuentra en el lenguaje científico, deberíamos leer esta patología de “el corazón invertido” como una imagen de la realidad que el partido socialista está viviendo. Si no se impone la sensibilidad con los adversarios, que no son enemigos,  no se podrá construir consensos ni proyectos. No se podrá estar por encima de la enfermedad de la desesperanza y el cinismo contemporáneo. Hoy es día de recordar, porque “vivir es ver volver”, que escribió el también poeta Luis Rosales, y es momento de ver volver el legado de Carme Chacón, como forma sólida, sensible y viable de construir una propuesta nueva que no renuncia a lo ya hecho pero mira al presente y al futuro del PSOE y de nuestro país.  Al fin y al cabo la única batalla que se pierde es la que no se da, y se puede batallar por cambiar las cosas a mejor, con una sonrisa, como hizo Carme.