Este sábado celebraremos un año más el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, también conocido como Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer. Una vez más se pregunta uno si, en algún momento, estos días desaparecerán por innecesarios, mientras volvemos a espeluznarnos con las cifras de mujeres vejadas, violadas, maltratadas o asesinadas a manos de sus parejas, no muy allá de nuestra cotidianeidad confortable.  No es alentador lo que seguimos contabilizando, que son proyectos, familiares y vidas, brutalmente truncadas por la animalidad y la costumbre dominante de un modelo patriarcal que algunos hijos, hablo en primera persona, también hemos sufrido en nuestras carnes.

Mientras celebramos que al fin Granada, de la mano de su Diputación prepare una ruta Lorca, recorriendo los lugares simbólicos e importantes de la vida y la obra del poeta más universal de las letras españolas, hay que recordar figuras cómplices fundamentales en Granada como es Emilia Llanos. No está mal decir, aunque alguno pueda escandalizarse, que la historiografía también ha maltratado, incluso dado muerte pública y civil, durante décadas a mujeres muy importantes.  Tanto o más que sus compañeros varones. Mucho se ha dicho y escrito sobre las complicidades de García Lorca con las mujeres, en general, y en particular de las intelectuales y artistas de su época como Maruja Mallo, María Teresa León, Concha Méndez, Josefina de la Torre o Margarita Xirgu, sobre las que se celebra esta semana en Málaga con la colaboración del Centro Andaluz de las Letras y de la Cátedra UNESCO de la Universidad de Málaga, un congreso con el nombre Hijas del 27. Se dice de algunas de ellas que resultaron figuras fundamentales en la biografía de Federico, pero poco se ha profundizado en estas complicidades, sin embargo. Menos en las que, siendo intelectuales y figuras constantes en el itinerario personal del poeta, no trascendieron con una obra propia como en el caso de Emilia Llanos cuya casa debiera ser también parada obligada de esta ruta. 

No es alentador seguir contabilizando proyectos, familiares y vidas brutalmente truncadas Emilia Llanos era una mujer de Granada, aunque nacida accidentalmente en Villanueva del arzobispo, y una precoz intelectual ávida de conocimiento que, en aquellas primeras décadas del siglo XX hablaba varios idiomas y leía, siendo casi una adolescente, a autores tan extraños como al franco-belga Maeterlink. Su fama de mujer sabia le granjeó desde muy joven la amistad de figuras como Manuel de Falla o el pintor Ismael González de la Serna. Este pintor sería, precisamente, quien en 1918 presentaría a Lorca y Emilia Llanos, que trabaron una amistad profunda y una complicidad de por vida.  La correspondencia entre ambos es nutrida, incluso con un equívoco que Emilia, que estaba encandilada por Federico y su talento, interpretó, erróneamente, como una declaración amorosa.  A pesar de que el error no enturbió su intimidad y su amistad profunda, siendo cómplice de las relaciones de su amigo incluida la de su último amor, Juan Ramírez de Lucas, al que conoció en Madrid, Emilia no se casó nunca, y mantuvo siempre viva, incluso cuando no se le podía nombrar, la memoria de Federico.

Cuando el alzamiento militar de 1936 se barajó incluso la posibilidad de esconder a Federico en la casa de Emilia Llanos, en la plaza Nueva, y finalmente, por la relación familiar de los Rosales con Falange, se decidió por la opción que todos conocemos. Cuando en el año 1955 llega a Granada el estudioso norteamericano, hijo de exiliados republicanos, Agustín Penón, es ella quien le pone al corriente de los amigos y enemigos de Lorca, quien le facilita gran parte de los documentos inéditos de Federico e, incluso, lo acompañó a Viznar y a Alfacar, a los lugares del supuesto fusilamiento. La herida de la muerte del poeta, el dolor de la pérdida de su genial amigo fue tan honda que, cuentan quienes la acompañaron, como su amiga y estudiosa Marta Osorio, que, durante varios días, antes de morir, en agosto 1967, decía ver y llamaba, insistentemente, a Federico. La memoria tiene esos juegos de fantasmagorías por eso yo, hoy, el día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, quiero subrayar que, en la memoria, o en la desmemoria de la historia, como en el caso de Emilia Llanos, se sigue perpetuando un maltrato secular que debemos considerar, también, intolerable.