Ya en los tiempos de la Roma Clásica se hablaba del foro como el lugar donde se trataban los temas relativos al Imperio y recuerdo que una de las disciplinas más antiguas cuyos primeros vestigios conocidos de esto se recoge en torno a una de las disciplinas que más importancia tenían en aquella época que era la Oratoria.
Tal fue la importancia de aquel tiempo que buena parte de todo eso ha llegado hasta nuestros días. De hecho, podemos decir que somos hijos de aquellas dos civilizaciones.
Y tras este preámbulo, he de decir que a lo que asistimos actualmente no es precisamente buena Oratoria en muchas ocasiones. Y es que ahora se persigue tapar todo aquello que un buen gobernante hace a favor de un país por parte de la Oposición que en vez de hacer buen uso de la Política, recurren al insulto, la ofensa, la descalificación y la hipérbole para generar todo el ruido posible enterrando el verdadero valor de la buena Oratoria, del discurso de calidad que explique qué acciones políticas hace el poder Ejecutivo a favor de la mayoría.
Hoy, por parte de la Oposición, parece ser que no interesa presentarse como auténtica alternativa a un gobierno. Parece que no es importante que el ciudadano que es a quien se debe dirigir el discurso, sepa qué ideas e iniciativas plantea la parte contraria al Gobierno. Y por este motivo, creo firmemente que la labor de un político no sólo debe ser tomar decisiones sino también explicar qué se ha hecho, cómo se ha hecho, por qué se ha hecho y lo que considero aún más importante, para qué se ha hecho y parece ser que esa parte (la Oposición) no explica nunca el porqué de sus decisiones por muy miserables y dañinas que éstas sean para la mayoría.
Por cierto, si digo que la Política es tomar decisiones por tanto, no puedo estar de acuerdo con aquellos y aquellas que, como María Guardiola se queda sentada en un sillón esperando a que alguien le apruebe su proyecto como si eso fuera un plato de lentejas (ya saben eso de si quieres las comes…). Pues no. Política es negociar, dialogar, proponer…pero también saber ceder y si esto último no se sabe o no se quiere hacer, quien pierde realmente es el pueblo (“el demo”) al que gobiernas y si eso se ignora a sabiendas o no, entonces ese político o política no merece el apoyo de la mayoría sino el más rotundo rechazo de la misma.
Y digo todo esto porque siempre he entendido el noble arte de la Política como el cauce más adecuado para mejorar la vida de la gente y por qué no, hacer posible la conquista de anhelos, deseos y sueños de una mayoría que se hacen realidad en forma de leyes que amplían derechos y libertades.
Pero por desgracia, hay políticos que se muestran como representantes de una élite (los patricios romanos de entonces) que con sus políticas someten al resto (los plebeyos). Y es que aunque hayan pasado muchos siglos, la esencia de la Política en cierto modo permanece pero no por eso, puedo defender aquellas políticas que se emplean para que parezca que algo cambia cuando realidad lo único que persiguen es que todo siga igual para que unos pocos sigan conservando sus privilegios de siempre.
Política también es proponer soluciones a los problemas y éstas pueden ser variadas y para ello, se requiere un imprescindible debate de ideas contrapuestas que construyan país. No que lo destruyan pero por desgracia, algunos están en ese equivocado camino, queriendo volver a un mundo de yugos y flechas.
De hecho, quien escribe esto no entró en Política para quedarse cruzado de brazos, dejar pasar el tiempo y hacer que nada cambie. No. Para eso, entonces estaría enrolado en un partido conservador y no en uno progresista como en el que estoy desde que era muy joven.
En el título digo que así debería ser la Política pero en mi opinión y para quien se pregunte el “¿así? ¿cómo?” le diré que ésta debe ser viva, dinámica, abierta a los cambios y que sepa adaptarse a los tiempos teniendo claro que el horizonte debe ser de una constante evolución a mejor.
Por eso, creo fundamental situarse en la Política de escucha activa al ciudadano, en la colaborativa, en la propositiva y que sea reflejo de la calle. Sí, como dice alguien al que aprecio mucho que es Álvaro Sánchez Cotrina, Secretario General del PSOE de la provincia de Cáceres, hacer una Política a pie de calle algo que, por cierto, si alguien revisa mis artículos siempre he defendido hablando de esa que deben hacer los hombres y mujeres de un país estando con un pie en la calle y otro en el despacho para no perder el pulso ni de la administración (el de puertas para adentro) ni el del día a día (el de puertas para afuera) pues sólo así, podremos resolver las visicitudes de la gente.
Y quienes no muestren la voluntad inequívoca y fehaciente de trabajar por el bien común sino en el “quítate tú para ponerme yo”, en el sillón y en el poder para el poder, deben ser apartados de la res-pública por el bien común.
Y de todo esto hablo porque creo que esta es la mejor forma que entiendo para acercar a la ciudadanía a la Política. Creo que hay que interesarse e implicarse en los asuntos de esa polis que siempre está necesitada del político para que su vida sea mejor, mostrándose siempre dispuesto a colaborar para construir un mundo mejor entrando en el debate público y tomar partido, puesto que nos va la vida en ello.
Por eso, no hay mayor forma de apartar a quienes sólo están para destruir mediante soflamas y cánticos de odio y rabia que depositar la papeleta en una urna pero siempre con la vista puesta en el avance y no en el retroceso.
Y quien piense que la Política es para las políticos o están en el “haz como yo: no te metas en Política”, cometen un grave error y lo dice alguien que piensa también como el siempre recordado y querido Guillermo Fernández Vara que la Política es un lío sí pero formando parte del lío más maravilloso de todos que existe: la vida.
Pues que así siga siendo.
Diego Ruiz Ruiz / Militante del PSOE de Toledo capital.