Lo dijo muy claro nuestro líder el jueves en Galicia: “Si gano yo, haremos las reformas que demanda la economía y Europa”. Es decir, si gano yo, quiero decir él, los mercados se van a relajar porque saben que haré, hará, lo que ellos harían en mi lugar, el suyo. Resumiendo, ¿para qué elegir a otro si al final van a ser los mercados los que nos lo acaben imponiendo? Y en estos casos, pues qué quieren que les diga, que se relajen y disfruten, que les va a doler menos.

Golmand Sachs ha colocado como primer ministro italiano a uno de sus directivos, para que le controle el negocio en Italia, y lo propio ha ocurrido en Grecia con Papademos. Sin necesidad de un golpe de estado, sin una sola gota de sangre derramada y con el ahorro de campañas, urnas y papeletas, los ahora llamados mercados (los ricos de toda la vida) han colocado a quienes más les interesan para seguir siendo mercados (es decir ricos).

Y los mercados ya han escogido, mucho antes de que ustedes depositen su papeleta el próximo día 20, su candidato para España: Mariano Rajoy Brey. Nos podemos considerar tremendamente afortunados de poder escogerlo libremente, un derecho que a italianos y griegos se les ha denegado. Nuestro programa, que a partir del día 20 será también el suyo, está dictado por quienes más saben lo que mejor nos conviene. Esa es la razón, y no otra, por la que Mariano durante el debate sólo decía lo que tenía escrito. Si en la ficha ponía que Constantina y Cazalla de la Sierra eran provincia de Cádiz, aún habiendo estudiado Mariano que eran sevillanas, se lee lo dictado. ¿Quiénes somos nosotros para llevar la contraria a nuestros amos?

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