Pero esos minutos de gloria (o decepción, que de todo hay) no pueden llenar por completo la vida de un país por muy importante que sean. Hay que situarlas en su justo término. ¡In medium virtus!

Lo sustancial
Yo entiendo, comprendo y aplaudo que alrededor de la Roja el pueblo llano, depauperado y sombrío pase dos horas de entusiasmo y adrenalina, aparcando a un lado sus problemas de subsistencia (incluso) y desesperanza. Pero cuando se cierra el vestuario hay que retornar (necesariamente) a la cruda y dura realidad.

Esto lo que está ocurriendo en estos momentos.

Los euros que no llegan
La pasada semana tuvo lugar en Bruselas una nueva cumbre europea tan dramática como decisiva. La decimoséptima. Una más. Dos primeros ministros acuciados, Mario Monti y Mariano Rajoy, le dijeron a la teutona Merkel que hasta aquí llegó el agua. “O abre la compuerrta o sencillamente nos apeamos…”

El transalpino amenazó directamente con la dimisión (al fin y al cabo es el niño de doña Angela que decapitó a Berlusconi que ahora amenaza con retornar) y Rajoy anunció que o llegaban a un acuerdo o el lunes –por hoy-los mercados “nos sacan del despacho”.
Dicho y hecho: habrá recapitalización bancaria directa sin que afecte ello a la deuda soberana.

Sí, muy bien, pero sigue sin llegar ni un maldito euro…al bolsillo de los autónomos o a los proyectos de los emprendedores. No hay crédito; todo es miseria a nuestro alrededor.

Merkel, en la picota
La “cesión” ante los países del sur de Europa (suponiendo que ello sea porque si mandan dinero será el Banco Central Europeo quien ocupe la total soberanía financiera española) por parte de la canciller le está suponiendo durísimas críticas en su país y en otros países dela vieja (y nueva) Europa. Ella misma, con su tozudez, se ha metido en el agujero del que no será fácil salir.

Traje obsoleto
Cuando se estira tanto la cuerda termina por romperse. Lo que está fuera de toda duda es que se acometen las reformas europeas pendientes –armonización financiera y fiscal, básicamente-o aquí habrá que poner en la tumba del euro que sólo fue un bello e imposible sueño. ¡Esto no da más de sí!

O se monta una nación europea al estilo norteamericano –con toda su letra pequeña que se quiera-o sencillamente volveremos a la autarquía. El traje actual estalla por todas las costuras.

El plan español
Mientras tanto, casi seis millones de parados en España claman dramáticamente por un trozo de pan. Pan cada vez más caro e imposible.

Rajoy, como buen superviviente (que lo es), sabe mejor que nadie que o presenta ya una tarjeta de golpes efectivos, o su “despacho” estará bailando en el alambre. Acumulamos ya mucho cansancio, mucha tristeza, demasiada decepción y excesivo sufrimiento.
Señor Presidente: ¡se le acaba el tiempo!

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS