En una tarde radiante comenzó el carrusel de la política. Los diputados de colores varios, exhibieron sus teorías, sus defensas y los ataques de muchos de ellos. En su mayoría cargaron contra Mariano Rajoy Brey, dispuesto éste a la lucha, como ha dicho una y otra vez, constantemente.
¡Qué lejos le quedaba al presidente en funciones, aquel final de junio cuando tuvo que advertir que él “estaba dispuesto a gobernar en minoría y con apoyos puntuales!” Entonces, fue cuando el líder del Partido Popular se sacó de la manga la carta de Ciudadanos.
Pidió el buen padre Mariano -aunque su verdadero padre había sido José María Aznar López- que el despelotado Rivera le echara una manita. Sólo le falta ya a Rivera que saque a pasear amigablemente a Pío Moa. ¡Manda huevos, señor Rivera!
Pero conviene observar que esos días radiantes sirvieron para ver y escuchar al mejor de todos los políticos actuales. Señalo, sin duda alguna, a Pedro Sánchez. Su presencia en el Congreso de Diputados fue estelar, sólida, venciendo a Don Mariano y tratando de recuperar a tantos y tantas que se fueron del PSOE desesperados. En términos futbolísticos, se podría decir que cuando el Barça no funcionaba adecuadamente apareció Messi y ganaron. Algo parecido hizo el Real Madrid con el fichaje de Cristiano Ronaldo.
Lo que está sucediendo con Pedro Sánchez no tiene nombre. Unos cuantos que creían que la lotería les iba a tocar a ellos, repartieron mierda abundante, tratándole como si fuera un cuatrero. Una parte de la llamada vieja guardia continua en plan inquisitorial o así lo parece. Uno hace de editorialista de periódico y pretende un socialismo a la baja. Otros se creen que los de Podemos se comen a los niños crudos. ¡Basta ya! Están jugando con el ser o no ser del Partido Socialista.