En un reciente artículo publicado por el periódico "OK Diario", Cake Minuesa se adentraba en la noche barcelonesa para explicar a sus lectores los terribles peligros de la Ciudad Condal. Con la valentía propia de un legionario, Minuesa recorría las escabrosas calles de la capital catalana y entrevistaba, entre otros, a los pocos vigilantes de seguridad que aún se atreven a mantenerse en sus puestos. "Por 18€ nos jugamos la vida; es normal que nadie quiera venir a trabajar a Barcelona por el peligro que supone", respondía un anónimo vigilante.

El documentado y certero artículo de Cake (pastel en inglés) acababa con una terrible sentencia sobre el futuro de Barcelona: "Una ciudad que va día a día perdiendo su condición de destino preferido por los turistas por culpa de la violencia, la inseguridad y los excesos en los botellones". Los datos, como no podía ser de otra manera tratándose de un medio de comunicación tan serio, corroboran punto por punto lo publicado por el diario de Eduardo Inda.

La ocupación hotelera en lo que llevamos de 2022 ha aumentado en Barcelona un 152% y los ingresos un 342%, el mayor crecimiento en España tanto en ocupación como en ingresos. Tras París, Londres y Estambul, la ciudad de Ada Colau, con una población muy inferior a la de estas tres megaciudades, es la más visitada de Europa.

En cuanto a los actos delictivos, según los últimos datos publicados por el Ministerio del Interior, las infracciones penales han aumentado un 6,6% en Barcelona y un 11,3% en Madrid, ciudad donde Minuesa dice encontrarse tan seguro como en el vientre de su madre. En 2020, murieron asesinadas 8 personas en Barcelona, frente a las 18 de Madrid. Cierto es que la capital española tiene una población que duplica la de la catalana, pero también lo es que Barcelona recibe dos millones más de turistas al año. En comparación, Valencia, con una población muy inferior a Barcelona y con 5 millones de turistas internacionales menos, tuvo 7 asesinatos.

El caso de "OK Diario" no es una excepción en la brutal campaña que desde hace años viene orquestándose contra la ciudad más grande gobernada por la izquierda. Los ataques no vienen sólo de la derecha madrileña, sino también de la catalana y muy especialmente del partido de Carles Puigdemont. Junts per Catalunya tiene muy difícil volver a presidir la Generalitat y ha centrado el grueso de sus esfuerzos en recuperar la alcaldía de Barcelona.

A su servicio tiene no sólo buena parte de los medios de comunicación catalanes, sino todo un ejército de empleados a sueldo que infestan las redes sociales con constantes noticias sobre actos delictivos, desafortunadas pero casuales imágenes de suciedad en las calles y un largo etcétera con el que alimentan no sólo a sus votantes de la Ciudad Condal, sino también a los medios de comunicación que desde Madrid les siguen el juego, en esa estúpida e infructuosa rivalidad.

Y mientras, las mentiras de la derecha de uno y otro lado del Ebro campan a sus anchas, desde más allá de los Pirineos, donde estas guerras internas se las traen al pairo, se empeñan en seguir observando con admiración esta capital mediterránea. El último en hacerlo ha sido el diario británico The Telegraph, uno de los más reconocidos y leídos de Europa, que ha elegido a Barcelona como la mejor ciudad del mundo. "Barcelona combina todo lo que es más encantador de las ciudades mediterráneas: un ritmo relajado, meses de sol interminable, comida inigualable, con la influencia cultural y de diseño de casi cualquier ciudad del frío norte. Y con una escena LGTBI inclusiva, zonas de bajas emisiones y una playa espectacular", escribe The Telegraph de la capital catalana, para horror de quienes le tienen declarada la guerra.