Por mucho que algunos se empecinen en negarlo, por fortuna España es un Estado democrático de derecho. Lo es desde hace ya más de cuarenta y un años, y como tal es considerado por todas las instituciones internacionales. Un Estado democrático de derecho que, como todos, tiene sus imperfecciones y errores, y por tanto es mejorable, perfectible. La tozudez con la que algunos se empeñan en negar esta evidencia volverá a quedar una vez más muy clara la tarde-noche del próximo miércoles 18 de diciembre, con motivo de la celebración, en el Camp Nou de Barcelona, del encuentro de la Liga Española de Primera División entre el Barça y el Real Madrid. Un partido que tuvo que ser aplazado el día 26 de octubre, pocos días después de que el Tribunal Supremo diese a conocer su sentencia contra una docena de altos dirigentes políticos y sociales del separatismo catalán y las movilizaciones convocadas de inmediato por por parte de algunas organizacioness secesionistas. Este 18 de diciembre, transcurridos casi un par de meses desde el 26 de octubre, la situación es la misma, o tal vez peor: este Barça-Real Madrid es un partido de altísimo riesgo.

Tsunami Democràtic, una organización anónima pero que ya ha demostrado tener una importante capacidad para la convocatoria entre los seguidores independentistas, ha anunciado algo así como un cerco al Camp Nou. En las redes sociales afirmaron que contaban con 18.000 de sus seguidores preparados para rodear el estadio barcelonista desde cuatro horas antes del inicio del encuentro, previsto para las 20:00 horas. En uno de sus comunicados públicos Tsunami Democràtic advertía acerca de “la trascendencia” de este partido a causa del “excepcional momento político, judicial y represivo” actual. En el mismo comunicado añadían que en la situación actual, “con presos, exiliados, sin autodeterminación ni plenitud de derechos fundamentales, no hay normalidad”, para terminar aún con mayor rotundidad: “El 18, el clásico lo jugaremos todos. Esta es la fuerza de la gente”. Por si no bastara con esto, otro grupo separatista anónimo hasta ahora desconocido, Lliris de Foc, se ha sumado a esta convocatoria de bloqueo de manera mucho más radical, ya con apelaciones directas a la violencia.

Si desde hace más de un siglo los encuentros entre el F.C.Barcelona y el Real Madrid C.F han tenido características de especial conflictividad -según dicen los expertos en la historia del fútbol, la hubo ya por vez primera en 1916, esto es hace ya más de un siglo-, nunca se había llegado a una situación como la de este año. Después de unos meses de movilizaciones separatistas que a menudo han derivado en graves problemas de orden público -intento de ocupación y bloqueo del aeropuerto de Barcelona, prolongados cortes de la circulación en autopistas, carreteras y vías férreas catalanas, acciones concertadas de grupos vandálicos muy violentos en algunos puntos neurálgicos de la ciudad de Barcelona y también en otras poblaciones catalanas...-, esta convocatoria de Tsunami Democràtic, a la que hay que añadir la del hasta ahora desconocido Lliri de Foc, convierte este Barça-Real Madrid en un partido de altísimo riesgo.

Han fracasado todos los intentos de Tsunami Democràtic para que la directiva y los jugadores del Barça asumieran de manera pública sus reivindicaciones. Los Mossos d’Esquadra han advertido de las graves consecuencias económicas que puede tener cualquier persona la invasión al terreno de juego, conduct que puede ser sancionada con una multa de 6.000 euros. Están preparados todo tipo de agentes del orden público, tanto de los ya citados Mossos d’Esquadra como de la Policía Nacional -en total, 3.000-, así como el personal privado que tiene a su cargo siempre la seguridad en el Camp Nou, en este caso reforzado de forma especial.

Para el Barça, en concreto, las consecuencias tanto económicas como deportivas podrían ser de extrema gravedad, sobre todo si el árbitro se viese obligado a suspender el encuentro a causa, por ejemplo, de una invasión más o menos masiva del terreno de juego. El F.C.Barcelona podría ser sancionado con cuatro partidos, ocho millones de multa y la pérdida de tres puntos, además de las indemnizaciones que debería pagar a las televisiones que tienen contratada la retransmisión y tal vez incluso a los propios espectadores.

En Cataluña en este caso hay unanimidad, como mínimo en apariencia, entre los medios de comunicación y los opinadores y comentaristas tanto políticos como deportivos, sobre la gravedad que tiene esta convocatoria del Tsunami Democràtic

Harían bien las autoridades catalanas, y de manera muy especial el gobierno de la Generalitat, en desautorizar esta convocatoria de movilización. Porque es muy cierto que en un Estado democrático de derecho, como sin duda lo es España, los derechos y libertades deben estar siempre garantizados y protegidos. Garantizado y protegido el libre ejercicio del derecho a la manifestación pacífica y a la libertad de expresión. Y garantizado y protegido también, ni más ni menos, el libre ejercicio a la circulación pacífica. Si alguien transgrede estos derechos, estas libertades, incurre en una falta, incluso quizá en un delito. Porque los derechos y libertades de uno tienen el único límite de los derechos y libertades de otro. Esta es una característica fundamental de un Estado democrático de derecho, aquello que lo diferencia de la ley de la selva o de cualquier tipo de tiranía.

Harían bien los secesionistas radicales del Tsunami Democràtic, así como los aún más extremistas del novísimo grupo autodenominado Lliris de Foc, en tener en cuenta, además de las consideraciones cívicas y sociales que tanto ignoran y desprecian, que en Cataluña con el Barça no se juega.