Inicio de contactos
El libro referido está escrito por José Díaz Herrero e Isabel Durán. Tiene una virtud. Descubre más o menos algunas de las maniobras internas de Aznar y su Gobierno, facilitadas a los autores desde el aparato de información y propaganda de Moncloa. Cabe observar que el 3 de noviembre de 1998, anunció Aznar urbi et orbe que autorizaba a sus colaboradores a “iniciar contactos con ETA”. Los tres colaboradores fueron Francisco Javier Zarzalejos, secretario general de Presidencia; Ricardo Martí Fluxá, secretario de Estado para la Seguridad y Pedro Arriola, el sempiterno gurú del Partido Popular. Pero, atención, esas tres personas, escogidas por Aznar lo fueron, según el citado libro, literalmente “como negociadores del presidente”.
Paz por paz
¡Negociadores del presidente, sí, en efecto negociadores con ETA! Esto lo hizo un presidente que abandonó su poltrona en 2004 y que, en la actualidad otra vez, ataca al Gobierno socialista, echándole en cara que tiene “una querencia por la negociación con los terroristas” y otras nauseabundas acusaciones de parecido jaez. Aznar exhortó a sus tres “negociadores” y les dijo: “No convirtamos nosotros la derrota de las armas en una victoria de ETA. Aquí sólo se negocia paz por paz”. ¡Paz por paz, otra palabra censurada luego y sobre la cual hubo obviamente negociaciones! Claro que las hubo: “El 15 de diciembre de 1998 (…), los tres negociadores de Aznar se reúnen con los representantes del MLNV, Armando Otegui, Joseba Permach, Ferrnando Barrena y Rafael Díez Usabiaga. Es el camino para llegar a la dirección de ETA.” Naturalmente, quienes querían negociar buscaban encontrarse con los jefes máximos de ETA.
Mejor un escaño que las armas
¿Pero cómo reaccionó Aznar entonces, cuando el 25 de noviembre se constituyó el Parlamento vasco. Conviene leer este párrafo: “Algunos terroristas de ETA, responsables de decenas de asesinatos, toman posesión de sus escaños. De esta manera, los diputados del PP Javier Rupérez y Gabriel Cisneros, secuestrado y herido, respectivamente, por un comando de ETA (…) en 1979, comprueban como el jefe del grupo que intenta segarles la vida, Arnaldo Otegi, es uno de los legítimos representantes del pueblo, lo mismo que José Antonio Urruticoechea, al que le entregan el asiento de Gregorio Ordóñez. Rupérez, Cisneros y Aznar tienen que hacer tripas corazón. “Tomar posesión de un escaño es preferible a empuñar las armas”, afirma el presidente del Gobierno, con el ojo guiñando sin parar a los terroristas.
Esperanzas intactas
Hubo negociaciones de los tres negociadores el 19 de mayo de 1999 en Ginebra con la plana mayor de ETA. Las negociaciones entraron “en vía muerta”. Pero subrayan los autores del libro que eso sucede “a pesar de los esfuerzos del Gobierno para acercar a los presos a cárceles vascas y de la decisión del Tribunal Constitucional de excarcelar a la Mesa de Herri Batasuna”. También añaden que Aznar “abriga alguna esperanza”. Puntualizó textualmente Aznar en declaraciones periodísticas: “Estamos ante un camino largo y difícil. Comprendo que en este proceso haya dificultades pero sigo con las esperanzas intactas. Quiero y busco la paz y nada más que la paz”. Sus voceros y narradores señalan: “Aznar sigue empeñado en recorrer el largo y tortuoso sendero que conduce a la reconciliación (…) Con la lección de la historia bien aprendida (…) no ceja en el empeño. Que sea para bien”.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM