Dice la señora Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de carambola de la Comunidad de Madrid con su tricéfalo gobierno Frankenstein, que el Gobierno de España está realizando una campaña contra ella y contra la Comunidad de Madrid. Ya resulta irritante que, tanto político incapaz como ella confunda la administración, en este caso de una dignísima e importante comunidad autónoma como Madrid, con su propia persona, pero es que la megalomanía y los delirios de grandeza siempre suelen manifestarse con estos desastrosos síntomas. Si estuviéramos en otro ámbito, digamos una guardería, lo atribuiríamos a un inmaduro comportamiento infantil que necesita descargar sus culpas en los otros. El problema es que esta señora maneja un presupuesto de muchos millones de euros y, sus decisiones, también las equivocadas y las que no toma, repercuten en la salud y en las vidas de millones de ciudadanos. Más con una circunstancia tan excepcional y peligrosa como la Pandemia del Covid. Parece mentira que su única acción política  sea la de hacer de mala oposición del gobierno, y no la de gestionar y tomar decisiones que habrían salvado vidas y facilitado una estabilidad socioeconómica en una región crucial para el equilibrio político y económico de nuestro país. Con las lecciones que daba cuando las competencias habían sido asumidas por el gobierno central, parece que, una vez devueltas, no ha sabido o no ha querido hacer nada por la salud y la economía, que es básico en las vidas de los ciudadanos de Madrid.

A parte del espectáculo bochornoso de escenografía “bollywodiense”, repleta de banderas de atrezo para recibir al presidente Pedro Sánchez, cuando éste le tendió la mano para tratar de estabilizar la situación sanitaria caótica de la capital y área metropolitana, no ha sido capaz de tomar una medida sensata, salvo la una vez más estrambótica y anárquica decisión de confinar unos barrios, por supuesto pobres, y otros no. La medida, además de clasista, era inútil de partida, en una ciudad como Madrid cuyos barrios y área metropolitana están tan imbricados, vital y laboralmente, que se pasa de un barrio a otro al cruzar una calle. Faltas de previsión como el control de afluencia del metro, con más personal organizando la cantidad de pasajeros que pueden ocupar los vagones para mantener las distancias, una limpieza continua de los trenes, vagones y espacios comunes de espera, demuestran que, Ayuso, después de llevar las redes sociales del perro de Esperanza Aguirre, prefiere ser el dóberman de Pablo Casado, que la presidenta de los madrileños. Como resultas, además del caos y el crecimiento exponencial de contagios y rebrotes en la Comunidad, ha sido la dimisión del coordinador Covid, Emilio Bouza, 48 horas después de crearse la mesa de coordinación entre el Gobierno central y el de la Comunidad. Bouza declaró que “las circunstancias que he presenciado en los dos días siguientes, junto con la contemplación de las ruedas de prensa simultáneas del viernes 25, me obligan a renunciar y a declinar el ofrecimiento”.

En justificación de su incapaz escudera, el PP de Casado salió en defensa de Ayuso, en una especia de misión “Salvar a la soldada Ayuso”, asegurando que había una campaña de difamación y “ataques” contra la presidenta regional. A través de un vídeo, el Partido Popular de la Comunidad de Madrid ha reivindicado que la región aumentó su gasto sanitario e invirtió más en Sanidad “que el resto de España”. Enumera que cuenta con 6.000 sanitarios más que hace diez años y que, con la izquierda en contra, se han construido “doce hospitales públicos”. Debería documentar mejor sus videos cuando, la precarización y desmantelamiento del sistema sanitario en Madrid es tan flagrante, incluso en plena pandemia, que los salarios de los médicos y personal sanitario es comparativamente inferior al del resto de las comunidades autónomas;  no se han regularizado a trabajadores que llevan en régimen de interinidad o de contratos a tiempo parcial o incluso por horas años, y la mayoría de hospitales que se han construido en el Madrid del PP se vendieron luego o pasaron a gestión privada o semiprivada, mayoritariamente a manos de amiguetes de dirigentes populares, razón por la que muchos de ellos están procesados, investigados, encausados, o incluso en la cárcel. Deberían explicar, por cierto, por qué magníficos profesionales médicos y sanitarios madrileños están siendo contratados en otros países europeos, dignamente, tratados con el respeto y el cuidado que merecen, mientras que en Madrid, no se ha reforzado ni contratado ni siquiera a los rastreadores, ni al personal técnico sanitario que se avisó desde el Ministerio de Sanidad antes los rebrotes que se habían previsto. Ahora los rebrotes están aquí, y no hay más personal, ni más profesionales, ni rastreadores, ni material sanitario, ni planes de contingencia, ni sensatez, ni vergüenza. Sólo los pretextos, las excusas y la inacción de una señora incapaz, que da vueltas como un ratón rabioso sin ir a ninguna parte, en la rueda de su falta de talla humana y política. La presidenta Díaz Ayuso, ya caricatura de sí misma, es un cadáver político y no lo sabe. En su laberinto, apuntalada por el corresponsable Ciudadanos de Aguado, no asume que, cuando sea demasiado incómoda en su pertinaz inutilidad para la ciudadanía, tanto Aguado como Casado la sacrificarán sin miramientos. El problema es que, el juego de esa perversa partida de ajedrez, está costando vidas en la Comunidad de Madrid, por el virus, o por las consecuencias socioeconómicas del mismo.