No, no se preocupen, no les voy a hablar sobre la más que conocida relación entre Alberto Nuñez Feijóo y el narcotraficante Marcial Dorado. Cierto que es una amistad perniciosa, pero hoy les quiero advertir sobre otras camaraderías del presidente del Partido Popular no tan conocidas pero más peligrosas para la mayoría de los ciudadanos.

El pasado jueves Feijóo fue presentado por Jaume Guardiola, presidente del influyente Cercle d'Economia de Barcelona, con el deseo de que la próxima vez que los visite sea como presidente del Gobierno. Lo hacía utilizando la segunda persona del singular, es decir, tuteándolo. No está a la altura de la colleja de Florentino a Almeida, pero pone en evidencia, por si alguien tenía alguna duda, la extrema connivencia entre el poder económico y el Partido Popular.

Es perfectamente lícito y lógico que sea así, que los ricos defiendan sus intereses dando apoyo a partidos de derechas. No lo es en absoluto, basándonos en este mismo razonamiento, que lo hagan las clases menos pudientes. En el caso de los primeros no hay ninguna duda de que están bien formados e informados, en el de los segundos algo debe fallar para que una buena parte de ellos se decanten por opciones políticas que van en contra de sus intereses.

Quizá con más información cambiara, o no que cada uno es libre de elegir lo que siente, la percepción que tienen sobre los riegos de decidirse por una u otra opción y es trabajo de los periodistas poner a disposición de la ciudadanía la información de la que disponemos, para que esta decisión sea lo más fundada posible.

Jaume Guardiola es un veterano directivo bancario que ha pasado, entre otras entidades, por Banca Catalana, el BBVA y de 2007 a 2020 fue Consejero Delegado de Banc Sabadell. Sobre la gestión que haya hecho en estas entidades no les puedo hablar porque no soy periodista económico, pero sí les puedo asegurar, sin margen de duda, que no siente una gran afinidad por las clases menesterosas.

En 2013, cuando era Consejero Delegado de Banc Sabadell, en un acto de bienvenida a los empleados de Caixa Penedès, entidad que acababan de adquirir, les conminó a que hicieran lo posible para evitar que les entraran clientes pobres en las oficinas con estas exactas palabras: "Hemos de intentar no crecer demasiado en las rentas bajas (se refiere a clientes), digo tratar de no crecer demasiado, porque no te puedes poner en la puerta y decirle ¿tú qué renta eres? y no entras". Por si no les había quedado suficientemente claro, unos minutos después se lo volvía a recordar: "Nos hemos escapado excesivamente en aquellas rentas que yo quería poner a alguien en la puerta diciendo que no entraran".

Si quería impedir que la gente con rentas bajas entrara, con sus miserables sueldos, en las oficinas de su banco, me da por pensar que tampoco debe tener un gran interés en facilitarles el acceso a hospitales, colegios o  universidades, que me aventuro a pensar debe estar convencido de que deben ser para quienes se los puedan pagar.

Cuando vayan a votar este mes de julio, recuerden que la colleja o el tuteo de un poderoso a un político a quien acaba lastimando es a quien más alejado está del que la recibe.