Este 16 de diciembre, se ha celabrado en Andalucía el día de la Lectura de la Comunidad. Se eligió esta fecha por ser la del cumpleaños del poeta Rafael Alberti, y también el día en el que un grupo de amigos escritores se reunió en Sevilla para homenajear la figura de otro andaluz oceánico, Luis de Góngora, en lo que sería el acto fundacional de la llamada Generación del 27.  El universal poeta de la Bahía, Rafael Alberti, habría cumplido 121 años. Desde que el autor portuense regresara a España, tras su exilio, pero, especialmente, desde que volviera a vivir en su oriunda ciudad de El Puerto de Santa María, en Cádiz, y de la creación de la Fundación Alberti, se han celebrado, alrededor de su onomástica, ciclos y lecturas continuadas de su obra, como homenaje. Esto se empezó a hacer en vida del autor, por iniciativa de su esposa, la profesora y escritora María Asunción Mateo, que vuelve a la Fundación después de unos años de apartamiento, aunque nunca haya dejado el desvelo de cuidar la obra del poeta. Con este motivo, y en esta renovada nueva etapa, y con la entrada en el Patronato de la Fundación de la Junta de Andalucía, junto con el Ayuntamiento de El Puerto, y la viuda del mismo, su legataria, se han celebrado unas jornadas para profundizar en la figura y la obra de este creador. Palabras de bienvenida e ilusión a cargo de su mujer, María Asunción Mateo, del concejal de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento del Puerto, Enrique Iglesias, y de su alcalde, Germán Beardo

Alberti, es figura fundamental de la literatura hispanoamericana y universal, una de las voces esenciales de la Edad de Plata de la poesía española que encarna la Generación del 27. Dramaturgo, ensayista y artista plástico en un siglo de gigantes como Miró, Tápies o Picasso, con quien compartió trabajo, sueños y realidades. Comprometido con la luz primera, uno de los versos luminosos de su autor, elegido por su viuda como título de la antología del centenario del nacimiento del poeta y ahora para estas jornadas,  define lo que fue siempre su compromiso cívico desde la creación, con los avances civiles y democráticos de nuestro país, que lo convirtió en uno de los diputados en cortes de las Constituyentes, en los cruciales momentos de consenso y hermandad de la transición española. Porque, Rafael Alberti, no es sólo una de las figuras artísitcas más completas y geniales de nuestar historia, sino, también, o además de, un hombre que abandonó las comocidades de una Roma que le adoraba, a pesar de estar allí por un exilio impuesto, para arrimar el hombro en la construcción de la democracia en nuestro país, cuando era más incierta. La foto de Alberti con Dolores Ibarruri “Pasionaria”, levantó ampollas entre los sectores más nostálgicos del régimen franquista, pero también enviaron un mensaje de reconciliación  y de que una España de concordia y entendimiento era posible. Estos encuentros han querido poner de relieve su perfil de escritor comprometido con su obra y con su tiempo. De esta forma, Premios nacionales como el poeta y traductor Antonio Colinas, en Poesía, Gonzalo Santonja, en Ensayo, Raquel Lanseros, Premio nacional de la Crítica, Juana Escabias, de la Academia de Artes Escénicas de España, César Antonio Molina, poeta, traductor y exministro de Cultura y exdirector del Instituto Cervantes, o Amelia Castilla, una de las periodistas culturales más importantes de nuestro país, y que dirijió durante años el suplemento cultural Babelia, han ponderado y reflexionado sobre los diversos perfiles del poliédrico Alberti, en su obra y registros, poéticos, teatrales, pictóricos, memorialísitcos, pero sin  olvidar su faceta humana y su compromiso político, en el sentido más etimológico y cívico del término. Emocionantes las palabras de su mujer, la escritora maría Asunción Mateo, al regresar a la casa del poeta que ella ayudó a levantar con tanto esfuerzo y mimo, recordando aquellas palabras del poeta al volver del exilio, bajando el avión, “me fui con el puño cerrado, y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia”. No es mala enseñanza para alguien que llevaba, en su melena al viento y en su sonrisa, las cicatrices invisibles del dolor del exilio, y de muchas pérdidas de queridos amigos y talentos irrecuperables. No se puede olvidar, como en los versos de los que se extrae el título de estas jornadas, que Alberti fue siempre un servidor de la verdad y de la luz: “No quisiera vivir en escapada,/no me fuera posible aunque quisiera,/yo soy un hombre de la madrugada,/comprometido con la luz primera./ Me pide el sol que cante en cada aurora,/ y yo no puedo decirle al sol  <<espera>>”. No vivamos en escapada, ni le digamos al sol “espera”.