El problema de fondo para que Unidas Podemos apoye o no la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno no es la reforma laboral, ni el artículo 155 de la Constitución, ni la ley mordaza… No, lo que pasa es que el presidente de la formación, Pablo Iglesias, quiere entrar en el Gobierno él en persona, y no admite cesión alguna en ese punto. Lo demás supondría seguir en declive. Es decir, que no hay más: o Iglesias es ministro o Sánchez tiene muy difícil ser presidente. Acabáramos.
 
Siguiendo la estela de su líder, Raquel Romero, parlamentaria de Unidas Podemos en La Rioja, ha obstaculizado la presidencia de la candidata socialista Concha Andreu, votando en contra. En esa misma coherencia de buscar el bien propio frente al bien común, Romero reclamaba tres consejerías (de ocho), lo que considerando que la formación solo ha conseguido un escaño (de treinta y tres), denota cuanto menos avaricia, aparte de una visión política lamentable. Y, mientras no demuestre lo contrario, este es el modus operandi de Pablo Iglesias, que por cierto ha puesto a dedo a esta diputada, aunque ahora pretenda ponerse de perfil ante esa imagen poco edificante de su partido en La Rioja.

Con toda la razón, el presidente en funciones no considera admisible continuar las negociaciones. Y no será porque no haya cedido y planteado opciones a los morados. Pero en su mundo ideal, Iglesias dice ver como una afrenta la posibilidad planteada de aceptar ministros con perfil técnico, ajenos a la dirección del partido y no admite tal supuesto. Para mantener su estrambótico argumento, asegura que con tal veto, Sánchez falta al respeto a sus cuatro millones de votantes. Le apuntala otra voz irritada, la del ideólogo de Podemos, Juan Carlos Monedero, que el martes, en TVE, se explayaba llamando traidor a Sánchez, con frases tan salidas de tono como ésta: “Eres un desagradecido, porque estabas en el barro y te pusimos en la presidencia del Gobierno”. 

Ante tales despropósitos, ha sido digna de ver la reacción del diputado de ERC, Gabriel Rufián, que frente a sus habituales improperios, ha dado muestras de sensatez incluso advirtiendo que de fracasar la negociación y producirse repetición de elecciones dando a Casado, Rivera y Abascal una oportunidad nueva de gobernar, nadie va a discutir quien ha tenido más culpa, si Sánchez o Iglesias, sino que la sociedad meterá a todos en el mismo saco. “Aquí palmamos todos”, ha dicho Rufián. En esa misma línea, añadió: “Hubo gente que el 28 de abril salió a votar con la nariz tapada para frenar al fascismo y dar la oportunidad a la política. Pedimos que no decepcionen a toda esa gente”. Remataba el independentista, en cuanto a la posición de su grupo en la investidura que “por nosotros no va a quedar”. 

Otras voces de variada procedencia abogan también por que las conversaciones continúen. Entre otras, las de PNV, confluencias de Podemos, etc. Cada uno, desde su perspectiva e intereses, es consciente de lo que supone la amenaza de la derecha en el Gobierno, aderezada con una ultraderecha que solo vaticina el regreso de pesadillas pasadas. Si eso sucede, el responsable será Pablo Iglesias, por muchos balones que quiera echar fuera. 


Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com
@enricsopena