La justicia belga ha sido clara: https://www.elplural.com/politica/2018/05/16/fiscalia-belga-euroorden-exconsejeros-defectos-de-forma Es la respuesta que desde Bélgica envían al juez Llarena, que en marzo envió la euroorden de detención.

La decisión se fundamenta, principalmente en un fallo de forma. O sea, en un error al no haber realizado bien la solicitud. Y así se expresaba Gonzalo Boye, uno de los abogados defensores de los políticos catalanes: "Lo sucedido es de primero de Euroorden". Sí, puede decirse que el ridículo que está haciendo el señor Llarena, y por ende, lo que él representa (la justicia española), es inapelable.

Ya van... ¿cuántas? Podemos recordar que desde que se internacionalizó el asunto de la democracia española, erróneamente titulado "conflicto catalán", no reciben más que palos nuestros responsables españoles.

La primera fue al llegar a Bruselas el señor Puigdemont acompañado de distintos responsables políticos catalanes. Nada más llegar, sin que hubiera ningún tipo de denuncia contra él, o sea, en absoluta libertad y como cualquier ciudadano europeo, ya comenzó el esperpento. Se dictó una orden europea de detención y se solicitaba además que el juez ordenase el ingreso en prisión preventiva. Ahí vino la primera: el juez belga dijo que no, que lo de meter en la cárcel, así como así a la gente que no, que era algo que podría tener consecuencias irreversibles y que, mientras los citados comparecieran, no tomaría semejante decisión. Y no lo hizo.

Después, justo en el momento en el que el juez belga iba a resolver sobre el asunto, desde España llega una noticia sorprendente: retirada de la euroorden. Así, sin más.  Apunte otra. Porque jamás ha sucedido semejante cosa.

A partir de aquí ha sido un no parar. Amagos de reactivar la euroorden cada vez que Puigdemont se movía por Europa. En Suiza ya avisaron a España de que no se esforzase porque no habría extradición. En Escocia los gestos ya han sido lo suficientemente potentes respecto de Clara Ponsatì. En Alemania, ¿qué quiere que le diga? En Alemania el espectáculo fue tremendo. Y ante semejante contundencia, ¿qué se dedicaron a hacer desde España? Pues seguir mintiendo dando a entender que podrían recurrir la decisión de "ese juez regional" (al que llamaron de todo).  Y digo mentir porque no es verdad que España pudiera hacer ningún recurso, a no ser que quisiera plantar a Alemania ante un proceso internacional al que, no me cabe duda, no se atrevería.

Pero no hay que olvidar otros ridículos como ese que tuvo lugar cuando desde el Ministerio de Interior se quiso condecorar a los agentes que posibilitaron la detención de Puigdemont en Alemania. La respuesta no tuvo desperdicio: ¿condecorar a alguien que ha hecho el trabajo que se le encomienda? ¿Qué les demos los datos de unos agentes? Ni de broma.

Pero no se olviden, por favor, del inconmensurable ridículo que hizo Alandete ante la comisión de investigación del parlamento británico cuando tuvo que reconocer, prácticamente, que no tenía una sola prueba para haber publicado que Rusia estaba colaborando con los independentistas. Lo mismo que le sucedió ayer a Susana Griso cuando en directo entrevistó al Coronel Baños sobre el mismo asunto: ella daba por hecho que la reciente información publicada en distintos medios, que decía que desde Alemania reconocían que Rusia estaba apoyando al independentismo. Y el propio Coronel Baños le echó un jarro de agua fría en directo diciéndole a la presentadora que no, que eso no era lo que decían las noticias, que en ningún caso esa era la información, sino que Alemania había recibido un informe externo sobre el asunto. Sin más.

Y mientras tanto, los medios de comunicación esforzándose por seguir un relato que no tiene por dónde sostenerse. Porque no estamos aquí ante fugados, ni huidos de la justicia. Más bien salieron a pedir auxilio ante tanta injusticia y falta de democracia. Y como nos tienen absolutamente engañados a través de medios de comunicación que, según alguien nada sospechoso de ser correligionario mío, "cobran del pesebre de Soraya".